Capítulo 5

297 46 15
                                    

Llamó a la puerta, esperando a que Naraku le abriera. Estaba molesto, es más furioso. El simple hecho de que esa mujer lo hubiese dejado plantado. Miró la bolsa de cartón negro que llevaba en la mano. No le quedó otra que pagar todo lo que Kagome Higurashi había pedido para después darse a la fuga. Además, el restaurante no podía quedarse con toda esa comida.

Naraku abrió la puerta y sonrió malicioso.

― ¿Ya dejaste a esa señorita a su caja?

Bankotsu lo fulminó con la mirada y señaló la bolsa de cartón.

― Esa mujer mimada me hizo gastar una absurda y vomitiva cuenta en una cena que no se comió. La muy maldita pidió de todo, ordenó incluso un vino caro y después se dio a la fuga.

Su amigo no pudo reprimir una risa y se tuvo que recargar en el marco de la puerta ante aquel comentario.

― ¡Eso! ― Lo alentó Bankotsu ― ¡Síguete riendo de mí, cabrón!

Un poco más relajado se hizo a un lado para que pudiera entrar, luego, pasó una mano alrededor de su hombro.

― ¿No se supone que sería fácil, Banki? Estas perdiendo facultades.

Bankotsu lo fulmino con la mirada. Por supuesto que no estaba perdiendo facultades para seducir a una mujer y se lo iba a demostrar cuando esa mujer terminara por casarse con él. Después de todo, contaba con la fortuna de que sus padres eran muy buenos amigos, por lo que una unión entre ellos era más que evidente.

Además, ¿Quién podría fijarse en ella? Dudaba que existiera competencia a su alrededor, puesto que Kagome Higurashi era una mujer demasiado aburrida, así que era prácticamente imposible que alguien se interesara en ella.

― Te voy a demostrar que esa mujer ya la tengo en la cartera ― dijo un poco molesto.

Escuchó risas que provenían de la segunda planta, entonces Naraku lo invitó a subir.

― Te tengo una sorpresa preparada.

― No hace falta que me lo digas, vi el mensaje.

― Oh, pero es muy aparte de las putas. Esta sorpresa es solo para ti.

Cuando subieron, en la sala había dos morenas y Menomaru estaba en medio de ellas dos. Ambas sonreían, era como si parecía que les hubiese contado un chiste de los que él normalmente dice. Malos por cierto, pero con ellos lograba ligar.

Pero no fue eso lo que le llamó la atención sino una melena rojiza que estaba al fondo. Era una mujer que le daba la espalda mientras jugaba billar. Llevaba una pequeña falda de mezclilla, botas hasta y un suéter amarillo.

― Después de que te fuiste nos acercamos a ella y la invitamos. No fue difícil convencerla. Es toda tuya.

Bankotsu asintió mientras avanzaba hacia la pelirroja que jugaba billar. Ella le guiño un ojo antes de pegar una bola con el taco.

Dejó la bolsa de cartón en una silla mientras admiraba todas las formas de esa mujer. La había visto desnuda, pero con ropa era mucho más atractiva.

El olor a mantequilla inundó el pequeño espacio.

― Que bien huele ― dijo ella, tomando una botella de cerveza que estaba recargada sobre la mesa.

― Es langosta a la mantequilla ― respondió embobado por la mirada verde de esa mujer.

― Nunca la he probado ― respondió fingiendo inocencia.

― Hoy podrías hacerlo. Pagué una cuantiosa cantidad por ella.

La mujer sonrió y avanzó hacía él, deteniéndose tan solo unos centímetros.

PORQUE ERES MÍA Where stories live. Discover now