Sophia, la mejor de las alumnas de la lujosa escuela militar para huérfanos, descubre que es descendiente de sus sanguinarios enemigos mágicos, los Wiszhwiszh. Dotada de nuevas habilidades mágicas, se enfrentará a la decisión de usar sus poderes par...
—Escucha —dice el chico con voz entrecortada mientras recupera el aliento perdido con la carrera y la risa—. Tengo algo que decirte.
Es la primera vez que Sophia escucha hablar a un wiszhwiszh en su idioma, ya que en los vídeos de la escuela siempre aparecían hablando en lenguas de reptiles. Es por esta razón que los wiszhwiszh reciben este nombre al recordar al siseo de las serpientes.
—Vaya, veo que en el orfanato te han entrenado bien la resistencia... Creía que estaríamos todo el día corriendo.
Sophia no contestó, en lugar de eso dio una gran embestida en el aire y se desplazó la suficiente distancia para agarrar al wiszhwiszh por la cabeza y abalanzarse sobre su cuello. Sophia le mordió en el cuello con todas sus fuerzas y el chico gritó de dolor y se zarandeó mientras seguía enganchada de su cuello como una perra rabiosa.
El wiszhwiszh se tiró al suelo y rodó para deshacerse de Sophia que aún levitaba. Al perder el contacto visual Sophia cayó al suelo con todo su peso sobre las costillas y se quedó sin respiración durante unos segundos, pero no desistió. Mientras el chico se masajeaba la zona del mordisco que había errado por menos de un centímetro la yugular, Sophia se arrancó una de las cuerdas de los zapatos y volvió a saltar sobre el chico, esta vez por la espalda. Le pasó la cuerda por delante del cuello y cruzó los brazos por detrás y se dejó caer con todo su peso para hacer el máximo de presión posible.
El wiszhwiszh empezó a patalear con fuerza en la arena y levantó mucho polvo que hizo toser a Sophia, pero ni aún así soltó. Con los brazos intentó golpear a Sophia en la cara, dar cabezazos hacia atrás y levantarla sobre su espalda para derribarla. Agarró con fuerza los brazos de Sophia y le intentó cortar la circulación para que suelte, el dolor fue intenso, pero Sophia aguanto estoicamente. Todo fue en vano.
Sus últimas fuerzas las utilizó para apoyar un pie en la arena y tomar impulso con la otra pierna. La dobló en el aire hacia atrás y le pegó un talonazo en la cabeza que la dejó aturdida. Un segundo fue suficiente para desprenderse de ella y cambiar las tornas.
Sophia se vio otra vez en el suelo y con un peso de 80 kilos encima de su cuerpo. Le miró directamente a los ojos del chico e interpretó que estaban llenos de odio y sed de sangre. Con los pies, le bloqueó las rodillas y le apretó las muñecas contra el suelo.
Sophia se retorció en suelo como una lombriz, pero no consiguió levantarle. Cabeceó hacia delante con la intención de golpearle la cara y con suerte romperle la nariz, pero el wiszhwiszh ya había previsto todos sus movimientos y mantuvo su cabeza en una posición alejada de cualquier golpe.
Sophia gritó de rabia. Gritó de dolor. Gritó de miedo.
Miró a su alrededor dejando escapar saliva desesperada por ver a alguien que fuera a ayudarla, agotada y con la mayor sensación de fracaso que nunca había vivido. El wiszhwiszh la miraba de manera impasible, mientras ella iba perdiendo perdiendo minuto a minuto las fuerzas de lucha.
No pudo sostener más la mirada con su agresor. Cerró los ojos y asumió su muerte con la mayor entereza que pudo. Al cabo de unos minutos volvió a abrir los ojos, como si por alguna de aquellas pudiera despertar en su cápsula del orfanato y pensar que se había dormido viendo una película y que realmente el wiszhwiszh no estaba allí a punto de devorarla, como si pudiera hacerle desaparecer por arte de magia, como si alguien fuera a ayudarla y pudiera atacarle por la espalda con una nivaraka... Pero eso no ocurrió.
Miró a su alrededor. No había nadie. Estaba sola. Sophia sintió un dolor punzante en el estómago que ya no le dejaba respirar. Eso debía ser lo que se siente cuando sabes que te espera la peor de las muertes. El terror ya se había apoderado de su cuerpo y tan solo esperaba que fuera lo más rápido posible.
Sophia apretó los párpados y giró la cabeza ofreciéndole la yugular. Quizás así se apiadaría de ella y podría desangrarse antes de que empezara todo. Era el fin. Recordó: "Nunca te separes del grupo".
Abrió los ojos una vez más y miró a los fríos ojos azules del wiszhwiszh. Su piel se había convertido en blanco polar y marcaban aún más las pecas y ahí estaba tranquilo observando el terror en los ojos de Sophia.
—Venga, no lo hagas más largo. Intenta que sea rápido e indoloro, por favor —le dijo Sophia y volvió a cerrar los ojos y a girar la cabeza ofreciéndole la vena.
—¿Ya estás más tranquila, Sophia?
Sophia abrió los ojos y le miró de nuevo. Sabía que eran listos y perspicaces, pero no esperaba que se tomaran el detalle de aprenderse el nombre de sus víctimas. Debió escucharlo cuando Chris hablaba con ella.
—Solo te digo que si quieres devorarme, tengas el detalle de matarme primero. Y que si quieres hacerlo que lo hagas ya. ¡No se juega con la comida viva!
El chico soltó un soplido por la nariz de risa contenida y estalló a reír cuando Sophia volvió a abrir los ojos y vio su cara desencajada. Se notaba que el wiszhwiszh se sentía más cómodo y relajado en esa situación de poder.
—¿Y si todo lo que has creído hasta ahora fuera una mentira?
—Eres un ser asqueroso con lengua de serpiente. Ya me habían advertido de que intentarías lavarme el cerebro antes de comértelo... ¿Qué estás haciendo tiempo? Espera... ¿no estarás esperando a los demás, verdad? ¡Noooo! —gritó Sophia y se retorció mientras el wiszhwiszh le apretaba aún más las muñecas.
—Sophia, eres a la única persona a la que espero desde hace 15 años.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Sophia con cara de odio porque aunque no quería entrar al trapo se preguntaba por qué motivo llevaba tanto tiempo deseando comérsela.
—Me llamo Vigg y soy tu hermano.
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Foto de Nathalie Désirée Motet
https://unsplash.com/photos/lRKM2STBj14
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