Capítulo 9

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Camilo:

—¿Te gusta Dulce?

No puede ser.

¿Enserio Dolores se había encargado de avisar a toda la familia sobre mi supuesto enamoramiento por esa chica?

Entiendo que no pueda evitar escuchar cualquier conversación a lo lejos, pero eso no significa que tenga que contarlo.

Además, es una mentira, sólo lo dije para que Mirabel dejara de preguntarme y termine por revelarle que la que me gusta es ella.

Por gracia divina, Dolores no puede escuchar los pensamientos, sino ya estaría muerto.

—Pueden callarse— pedí a todos que me abalanzaban con preguntas sobre la susodicha.

—¡Mi niño al fin conoció el amor!— exclamó mi madre empapandome con su nube.

—Mamá ya no soy un niño, tengo diecisiete años— me crucé de brazos, esta conversa no me dejaba almorzar tranquilo.

—Y es momento de que hablemos con la familia de esa muchaha— declaró la abuela y eso sólo consiguió abatirme aún más.

—Podemos fijar una fecha en la noche— alentó el tío Bruno.

Esto empeoraba.

—Dolores verifica si la muchacha tiene tiempo en la noche— sentenció la abuela.

—Yo ambientaré la música— se ofreció tío Agustín y mi tía le dio un codazo.

Vaya al fin alguien pensaba en mi.

Dirigí mi vista hacia Mirabel, como un pedido de auxilio, estaban a punto de planear un compromiso sin mi autorización y lo peor era que ella no me gustaba para nada.

—Creo que primero Camilo debería hablar con ella, y aclarar sus sentimientos antes de que ustedes planeen algo— habló mi trigueña hermosa, su voz era firme y sin titubeos —recuerden lo que pasó con el compromiso de Isabela.

—Tiene razón— habló mi prima —estuvieron a punto de casarme con alguien que no amaba. No hagan lo mismo con Camilo.

—Gracias primas— susurré muy por lo bajo.

—Bien... ¿Cuándo hablarás con ella?— preguntó la patriarcal Alma, aún conservaba esa ímpetu.

—Tal vez otro día, hoy tengo muchas cosas por hacer— me excusé.

—Yo me encargo de todo Camilo— intervino el inoportuno de Emiliano —Tu ve y lucha por tu amor.

—Nadie pidió tu ayuda— Bufé enfadado.

—No se diga más, en la tarde hablarás con esa muchacha.

Ya estaba declarado.

—Yo te ayudó primo— me animó Mirabel con una sonrisa.

Si supieras que la que me vuelve loco eres tú...

[...]

—¿Estás listo?

—No creo que esto sea una buena idea— confesé mientras Mirabel se encargaba de ultimar detalles en mi vestimenta.

Me vio a los ojos y con una sonrisa me entregó un ramo de girasoles, arregló mis rulos con un peine y roció un poco de agua aromatizado a más flores.

El olor me causaba mareos.

—Confía en mi— la trigueña tronó sus dedos —investigué y Dulce ama los girasoles, le gustan las arepas y dulces...

Secretos | CamirabelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora