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No podía creer que Otabek estuviera frente a él en aquella cuidad, en aquel país. Los ojos de Yuri viajaron de los pies del moreno hasta la punta de su oscuro cabello. El sentimiento de miedo que tenía hace segundos ya no estaba y un gran alivio junto a la sorpresa se instalaron en su interior. Lentamente se levantó dejando las bolsas en el piso y en aquellos instantes se le olvidó como hablar, se sentía tan feliz de verlo que no sabía que decir.

—¿Quieres que te lleve o no? —preguntó Otabek con voz serena, la cual erizó todos los vellos de Yuri, el cual continuó sin decir nada.

Aquellas palabras ya las había oído antes de la misma boca; sin poder evitarlo sonrió con los labios apretados. El moreno que permanecía con el motor ronroneando, lo miraba pacientemente; parecía que Otabek era capaz de esperarlo toda la vida.

—Otabek... ¿Qué haces aquí? —preguntó Yuri después de segundos, sintiendo que el nudo en su garganta se suavizaba y le permitía hablar.

En aquel momento una brisa fresca pasó entre ambos despeinando el largo cabello dorado del ruso, el kazajo por su lado mantuvo su peinado intacto.

—Estoy hace unos días en la cuidad, supongo que son vacaciones —respondió tranquilamente Otabek, desviando sus ojos a las bolsas de Yuri—. Puedes poner esas cosas en el morral de la moto. Vamos sube, se está haciendo tarde.

Yuri tardando en comprender sus palabras, ya que seguía aun un poco sorprendido, permaneció observándolo sin moverse, pero al percatarse de lo que le decían se movió rápidamente y tomó sus bolsas sin sentir verdaderamente su peso ya que estaba con una sensación extraña en el cuerpo que poca importancia le daba a sus pertenencias. Después de unos minutos en que entre ambos acomodaban las cosas en los morrales que tenía la moto a sus lados, Otabek le dijo a Yuri que se montara, el chico rubio lo hizo de inmediato tras él, no obstante, cuando sintió el cuerpo del moreno en su pecho y en toda su parte delantera, un cierto nerviosismo se apodero de él. ¿Hace cuánto que no veía a Otabek?, ya era un largo tiempo, y a pesar de que se mantuvieron en contacto todo ese tiempo, Yuri sentía que aquellos mensajes y largas llamadas no se comparaban en nada al tenerlo frente a él. Lo había extrañado, de eso no tenía duda alguna.

—Ten —sus pensamientos se vieron interrumpidos con la grave voz de su amigo, quien lo miraba sobre su hombro y le tendía el casco negro que anterior mente él portaba en su cabeza.

—Hey... ¡No es necesario, debes tenerlo tú! —dijo rápidamente Yuri, al darse cuenta que era el único casco que había.

—Sólo tómalo, estaré bien —manifestó Otabek desviando su mirada para adelante.

Yuri sin poder objetar nada lo tomó y se lo colocó. Una vez dentro del casco sintió de inmediato el aroma del moreno, era una esencia dulce de coco y yogurt, quizás era el shampo que usaba Otabek, pero no quiso pensar mucho en ello ya que aquel aroma le agradaba y se limitó a disfrutarlo.

—¿En qué hotel te estas quedando?

Yuri le respondió haciendo trabajar doblemente a su cerebro, ya que por unos segundos había olvidado hasta en donde estaba, aquel olor lo había dejado embriagado. Cuando le dijo el nombre, Otabek arrancó despacio para que Yuri se acostumbrara al transporte, una vez bien agarrado, el moreno aceleró a una velocidad permitida y se dirigió en completo silencio hasta el hotel del muchacho.

Durante el trayecto, Yuri miró el paisaje nocturno de la bella cuidad, pensó que si hubiera visto en solitario aquellas luces no le hubieran parecido tan lindas, pero al tener cerca a su amigo sintió que todo podía parecerle perfecto; sin embargo, al percatarse de aquellos pensamientos movió la cabeza para ambos lados y se regañó por ello, ¿En qué rayos estaba pensando?, esos pensamientos solo podían ser dirigidos a alguna novia y no a un amigo. Yuri algo avergonzado por eso apretó más su agarre en la chaqueta de Otabek.

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