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Las manos de Otabek recorrieron la espalda del ruso cuando este estuvo sentado sobre su regazo. Yuri teniendo sus piernas abrazando la cintura de Otabek miró a los ojos de este último y su respiración entrecortada encajó con la de él. Ya no sabía qué hora era, no sabía dónde se encontraba y poco le importaba, estaba completamente concentrado en Otabek, quien lo miraba en silencio mientras le daba leves carias en forma de círculos en su espalda.

—Yuri... —susurró el moreno tragando con dificultad, al parecer su boca se había secado al respirar tan rápido.

Yuri todavía con las sensaciones en su cuerpo por el beso que se habían dado, acercó lentamente su rostro a Otabek, rozó levemente sus labios pero no se atrevió a continuar ya que la vergüenza le llegó como una gran ola. Sintió sus mejillas arder y con dificultad observó a Otabek, quien parecía pensar mucho en aquel momento. Demasiado para su gusto.

—¿Pasa algo? —se atrevió a preguntar el ruso al verle su expresión pensativa, por un momento un miedo se apoderó de él y pensó que quizás él se arrepentía de haberlo besado, sin embargo, de inmediato dejó de pensar cuando Otabek lo abrazó y ocultó su cabeza en su hombro—. ¿O...Otabek? —lo llamó sin saber qué hacer.

La calidez de su amigo recorría todo su cuerpo y ahora la respiración entrecortada del kazajo viajaba su cuello dándole miles de sensaciones desconocidas.

—No podemos seguir... —dijo el kazajo en tono leve, su voz sonó dolorosa para los oídos de Yuri y se mordió el labio inferior conteniendo su disgusto.

¿Qué había pasado? ¿Había hecho algo mal para que Otabek dijera eso? No contento con las palabras de su amigo tomó al kazajo por los hombros y rompió el abrazo que los unía. Aún sobre sus piernas Yuri obligó al moreno a mirarlo, Otabek tenía su mirada perdida y una expresión de culpa se dibujaba en su rostro.

—¿Por qué? ¿Hice algo mal? —preguntó tratando de relajar su voz, no obstante, aunque lo intentó se notó su decepción.

Otabek apretó su mandíbula y miró para otro lado, a pesar de que se mostraba distante no apartaba a Yuri y tampoco dejaba de darle lentas caricias en la espalda.

—No, no hiciste nada mal... —respondió después de unos instantes—. Solo que... esto está mal, Yuri... Es complicado explicarlo, pero es mejor que nos detengamos ahora.

—¿Por qué? —soltó Yuri como un pequeño niño, se sentía tan excitado y no quería terminar con su ya erección encerrado en el baño y solo, pero al darse cuenta de sus pensamientos quiso darse una bofetada... Otabek le provocaba tantas cosas que le hacía perder la cordura.

—No te quiero obligar a nada, y sé que sí no me detengo ahora no me podré contener... Yuri por favor...esto está mal —dijo Otabek, y el ruso completamente avergonzado apretó sus puños y golpeó el pecho de Otabek conteniendo su frustración.

El moreno lo observó sorprendido por los golpes que le daba, sin embargo, se mantuvo quieto sin hacer nada.

—¡Eres un completo IDIOTA, Otabek! —gritó sin poder contener un par de lágrimas que le caían y recorrían sus mejillas sonrojadas.

Se sentía tan frustrado y tan herido por culpa de su amigo, que no sabía que más hacer que golpearle el pecho. Le había costado tanto descubrir y aceptar lo que sentía por él, que ahora, escuchando su rechazo se sentía un completo estúpido.

—Yuri —lo llamó Otabek con voz triste, elevando sus manos a sus mejillas para limpiar sus lágrimas. Los golpes de Yuri cesaron y sus manos agarraron la remera del moreno en busca de apoyo.

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