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Con sus ojos abiertos en plena oscuridad, Yuri suspiró por tercera vez. Ya habían pasado un par de horas que había vuelto de su salida con Otabek. El Kazajo cuando lo dejó en el hotel le dijo que lo pasaría a buscar en la mañana para recorrer juntos el lugar; aquella invitación había dejado encantado al chico ruso, que por alguna razón se sentía completamente ansioso de que eso llegara a pasar y por eso una sonrisa no se borraba de sus labios. Recostado y moviéndose inquieto en su gran cama recordó todo lo que le sucedió en el día, su llegada a la cuidad, las partes que había visitado y el inesperado encuentro con Otabek que lo había dejado completamente impresionado, pero a la vez lo hacía sentir muy aliviado, pues su amigo lo había encontrado justo en un momento donde más se sentía indefenso por lo ocurrido con su celular.

Había sido su salvador.

—Ah... —un profundo suspiro salió de su boca mientras tomaba la cadena que le había regalado Otabek en la noria.

Con todo el ajetreo que había vivido en aquel día se había olvidado completamente de su cumpleaños hasta que el Kazajo lo felicitó. Con las palabras de Otabek se llegó a sentir sumamente feliz, y eso era extraño pues realmente no le gustaba que lo felicitaran tanto en su cumpleaños, sin embargo, no le molestó para nada que él lo hiciera, de hecho llegó a sentirse completo al escucharlo decir esas simples palabras que Yuri tanto detestaba.

En el momento en que ambos bajaron de la noria, Yuri logró darse cuenta que su amigo empezaba a actuar extraño, se mostraba un poco distante a pesar de lo que pasó arriba de la atracción. El camino hasta el hotel había sido en silencio por parte del kazajo y cuando este mismo lo invitó a pasar el siguiente día juntos, Yuri noto que Otabek se mostró algo forzado al decir aquello. No entendía que le pasaba, había cambiado de una forma drástica después de entregarle el regalo que no dudó en aceptar su invitación, pues tenía curiosidad. Quería saber que le sucedía a Otabek, además de que quería pasar el día junto a él.

Volviendo a soltar otro suspiro, Yuri abrazó el peluche que había ganado junto a su amigo y cerró los ojos para tratar de dormir. Quería estar en plena forma para la mañana, por eso se obligó a poner su mente en blanco y comenzó a relajarse para entrar al mundo de los sueños. Ya cuando volviera ver a Otabek averiguaría que le había pasado cuando regresaban.

♦♦♦


En la mañana, después de bloquear su celular llamando del teléfono de su habitación, Yuri salió del hotel para esperar a su amigo. El día estaba despejado, pero seguía fresco por la hora. Después de esperar por unos segundos Yuri escuchó de su derecha el fuerte ronroneo de la moto de Otabek, con una sonrisa dibujándose en su rostro volvió su vista hasta el lugar y en instantes el moreno estuvo frente a él, su rostro, que estaba despejado ya que el casco que portaba sólo le cubría la cabeza y portaba unos lentes negros, se mostraba serio, no obstante, al ver al ruso, una leve sonrisa se le escapó.

—Otabek, buenos días —dijo Yuri acercándose al él, estudiando sus expresiones, al parecer hoy estaba normal, no se mostraba distante ni obligado estar junto a él. Yuri pudo ver que aquella pequeña sonrisa que lo caracterizaba, era genuina.

—Buenos días, ¿Desayunaste? —preguntó el Kazajo pasándole un casco igual que el de él.

—Eh, no. —contestó Yuri llevando su mano al estómago para después acomodarse su casco.

—Vamos —dijo Otabek dándole espacio para que él se subiera—. Desayunaremos.

Aquel día fue completamente entretenido para Yuri, junto a su amigo fueron a varias partes y aprovecharon en comprar un nuevo celular para el ruso, quien de inmediato se metió a las redes con la poca batería que traía el nuevo móvil y en ese momento le llegaron miles de mensajes de parte de mucha gente. Tratando de que Otabek no viera aquello, ni los regaños de su entrenador, sólo actualizó su estado para decir que se encontraba bien (indirectamente) publicando la foto de un gato que encontró en la calle, después de eso apagó el móvil y lo dejó bien metido en su bolsillo, ahora sí iba a cuidar de no perderlo.

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