5

88 6 0
                                    

El profesor Lupin entró al la aula al ver el extraño comportamiento de la alumna, al entrar en ves de verla vio a un felino, una leona en la esquina contraria de la puerta, lo miraba como si viera una presa, Remus le veía asombrado.

"Animaga" pensó mientras cerraba la puerta detrás de él, antes de que pudiera pensar el felino ya lo había tirado y le gruñía en la cara, recordaba lo que le habían dicho sus amigos, "al principio es difícil tomar el control, después todo es más fácil"

Se relajó lo más que pudo, la alumna seguía gruñendo pero ya no a él, lo hacía a la varita que sostenía, Remus dudando un poco la soltó, enseguida fue tomada por el felino y la lanzó a un lado dandole oportunidad al profesor de sentarse, la alumna enseguida empezó a olfatearlo como si estuviera viendo si fuera de confianza o no.

Cuando se detuvo se sentó en frente a él con la cabeza inclinada a la dercha, tenía las garras de fuera, el lugar estaba un poco polvoso por lo que el felíno empezó a estornudar, cosa que le pareció divertida al profesor, el felino volvió a estornudar, esta vez al hacerlo se convirtió de nuevo en la alumna.

Tenía el cabello alborotado y el uniforme algo desacomodado, sus ojos brillaban de verde y era como si fueran llamas, cosa que desconcertó al profesor, parpadeó un par de veces y sus ojos volvieron a ser azules.

- Ni una palabra de esto - se apresuró a decir la alumna que mantenía la mirada gacha.

-¿Desde cuándo lo puedes hacer?- preguntó el profesor.

- No lo sé - hizo una pausa tratando de recordar - solo recuerdo que eran como sueños en los que corría por toda la habitación hasta que me quedaba mirando el espejo y veía... eso - susurró.

-¿Jamás preguntaste?- cuestionó Lupin pensando que habría vivido con algún familiar y la escondieron.

- Una vez lo dije - se engogió abrazando sus piernas - en el orfanato me tomaron por loca, las burlas nunca paraban - susurró.

- ¿Orfanato muggle? - preguntó curioso.

- Sí - miró su reloj y abrió mucho los ojos - ¡Oh se me va a ser tarde, tengo aritmancia, queda al otro lado del castillo! - dijo gritando y recogiendo sus cosas, miró al profesor molesta - ¿Por qué me entretiene? - se dirigió a la puerta y se detuvo -. Ni una sola palabra de esto profesor...

-Lupin, Remus Lupin - dijo todavía sentado en el piso - si esa es su desición.

La chica corrió para al menos llegar a su siguiente clase.

Deneb.

Aritmancia, definitivamente horrible, me dolía la cabeza, ¡Y apenas era la primera clase! Estaba perdida, caminaba a la clase de transformaciones, mi mente estaba en blanco, las personas que iban por el pasillo por el cambio de clase se apartaban de mi, cosa que me gustaba, nunca me había gustado estar cerca de muchas personas.

Cuando llegué al aula no había nadie, me senté en la zona más obscura y esperé a que el resto llegara, la maestra fue la siguiente en entrar, me miro seria y me dio un asentimiento en forma de saludo, después casi todos llegaron, pensé que me iba a quedar sola en el asiento como en la clase pasada, pero alguien se sentó, ya le iba a decir que se largara pero era Harry y no tuve el valor para hablarle o para correr como en el comedor.

"Vaya Gryffindore" pensé y rodeé los ojos. Él parecía no notar mi presencia por lo que no dije nada.

La profesora McGonagall hablaba sobre los animagos (brujos que pueden transformarse a voluntad en animales), y no podía prestar más atención que en ninguna otra clase, cuando ella se transformó ante los ojos de todos en una gata atigrada con marcas de gafas alrededor de los ojos no pude evitar abrir la boca, tal vez ella podría ayudarme.

-¿Qué os pasa hoy? -preguntó la profesora McGonagall, recuperando la normalidad con un pequeño estallido y mirándonos-. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso de la clase.

Todos se volvieron hacia Harry, pero nadie dijo nada. Hermione levantó la mano. 

-Por favor; profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y... hemos estado leyendo las hojas de té y.. 

-¡Ah, claro! -exclamó la profesora McGonagall, frunciendo el entrecejo de repente-. No tiene que decir nada más, señorita Granger. Decidme, ¿quién de vosotros morirá este año? 

Todos la miraron fijamente. 

-Yo -respondió por fin Harry y todos lo miraron y por un momento a mi.

"Oh mierda" pensé "No creerán yo lo mataré, ¿O si?"

-Ya veo -dijo la profesora McGonagall, clavando en Harry sus ojos brillantes y redondos como canicas-. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año. Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva promoción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas... -La profesora McGonagall se detuvo en mitad de la frase y los alumnos vieron que su nariz se había puesto blanca. Prosiguió con más calma-: La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No os ocultaré que la adivinación me hace perder la paciencia. Los verdaderos videntes son muy escasos, y la profesora Trelawney... -Volvió a detenerse y añadió en tono práctico-: Me parece que tienes una salud estupenda, Potter; así que me disculparás que no te perdone hoy los deberes de mañana. Te aseguro que si te mueres no necesitarás entregarlos. 

En cuanto terminó la clase salí algo molesta por no tener ese pedazo de clase, me dirigí al comedor, me senté en una parte apartada, empecé a comer y saqué mi libro de transformaciones y busqué la parte de los animagos, me quedé tan concentrada en lo que decía el libro que no vi cuando alguien se sentó a mi lado.

- ¿Tarea de Transformaciones?- preguntó Granger.

-A tus asuntos Granger- respondí.

- Que grosera- me regañó.

-Que entrometida- le regresé.

- No deberías de ser así con alguien que intenta ser amigable - reprochó, cerré mi libro y la miré.

-No necesito que alguien sea amigable conmigo- aclaré y empecé a guardar mis cosas.

-¿No necesitas amigos?- preguntó Ron.

-No me interesa tener amigos - miré la mesa de los profesores y vi a Lupin salir, empecé a caminar pero me detuve, me giré y vi que los tres me miraban - sabes Granger, no tienes que tratar de que seamos amigas solo porque compartimos habitación y te sientas culpable por lo que pasó ayer.

Salí casi corriendo del comedor y alcancé al profesor, una vez a su lado me di cuenta de que no había notado mi presencia.

-Animagos- dije y pareció asustarse un momento- se pueden convertir en animales y siempre es el mismo, yo nunca he sido algún otro, pero para ser animago se necesita un proceso muy largo y aveces algo complicado pero yo nunca he hecho nada de eso, tampoco puedo controlarlo, apenas y puedo ser conciento cuando soy... ¡eso! - dije mientras hacía muchos movimientos de manos.

-¿Por qué no le preguntas a McGonagall? - me miró curioso.

-Mmmh... No lo sé, me podría ayudar pero su mirada tan severa - hice un movimiento de manos y arqueé la espalda -me pone los pelos de punta - se rió un poco.

-¿Y por qué yo?- preguntó.

- Mi lado animal confió en ti, supongo que yo también- contesté.

-Bien, pero me parece que ya debes ir a tu próxima clase- me recordó.

-¡Mierda!- dije y corrí.

Harry, Deneb Y El Prisionero De AzkabanWhere stories live. Discover now