27

53 5 0
                                    

Deneb.

-Me ha enviado esto -dijo Hermione, tendiéndoles la carta. Harry la cogió. 

Puse una mano en la espalda de Hermione y recargó su cabeza en mi hombro, estaba sollozando, sentía como mojaba mi hombro con sus lágrimas.

-No pueden hacerlo -dijo Harry-. No pueden. Buckbeak no es peligroso.

-El padre de Malfoy consiguió atemorizar a la Comisión para que tomaran esta determinación -dije empezando a sentirme incómoda por la mirada de Ron.

-Ya sabéis cómo es. Son unos viejos imbéciles y los asustó. Pero podremos recurrir. Siempre se puede. Aunque no veo ninguna esperanza... Nada cambiará -dijo Hermione secándose los ojos.

-Sí, algo cambiará -dijo Ron, decidido-. En esta ocasión no tendrás que hacer tú sola todo el trabajo. Yo te ayudaré.

-Ella no estaba sola -le contesté

-Tiene razón, ella se quedó -me aguante las ganas de reír por las caras de ambos-. Ron, de verdad, siento muchísimo lo de Scabbers -sollozó.

-Bueno, ya era muy viejo -dijo Ron-. Y era algo inútil. Quién sabe, a lo mejor ahora mis padres me compran una lechuza.

Las medidas de seguridad impuestas a los alumnos después de la segunda intrusión de Black impedían que visitáramos a Hagrid por las tardes. La única posibilidad que tenían de hablar con él eran las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas. Hagrid parecía conmocionado por el veredicto.

-Todo fue culpa mía. Me quedé petrificado. Estaban todos allí con sus togas negras, y a mí se me caían continuamente las notas y se me olvidaron todas las fechas que me habían buscado. Y entonces se levantó Lucius Malfoy, soltó su discurso y la Comisión hizo exactamente lo que él dijo...

-¡Todavía podemos apelar! -dijo Ron con entusiasmo-. ¡No tires la toalla! ¡Estamos trabajando en ello!

Volvíamos al castillo con el resto de la clase. Delante podíamos ver a Malfoy, que iba con Crabbe y Goyle, y miraban hacia atrás de vez en cuando, riéndose. Tomé mi varita y empecé a hacer que un tallo creciera, una sonrisa muy grande se extendió por mi rostro, tomé la varita con más fuerza e hice crecer una flor.

Con un par de intentos pude hacer crecer un tallo fuerte y un poco grande.

-No servirá de mucho, Ron -le dijo Hagrid con tristeza, al llegar a las escaleras del castillo-. Lucius Malfoy tiene a la Comisión en el bolsillo. Sólo me aseguraré de que el tiempo que le queda a Buckbeak sea el más feliz de su vida. Se lo debo...

Hagrid dio media vuelta y volvió a la cabaña, cubriéndose el rostro con el pañuelo.

-¡Miradlo cómo llora!

Malfoy, Crabbe y Goyle habían estado escuchando en la puerta.

-¿Habíais visto alguna vez algo tan patético? -dijo Malfoy-. ¡Y pensar que es profesor nuestro!

Harry y Ron fueron hacia ellos, pero Hermione llegó antes:

¡PLAF!

Dio a Malfoy una bofetada con todas sus fuerzas. Malfoy se tambaleó. Harry y Ron, se quedaron atónitos en el momento en que Hermione volvió a levantar la mano.

-¡No te atrevas a llamar "patético" a Hagrid, so puerco... so malvado...!

Vi como Crabbe y Goyle levantaban sus varitas, alcé la mía rápidamente sin saber lo que hacía. Dos tallos enormes sujetaban sus manos y las pegaron a la pared, ambos soltaron gritos.

Hermione sacó la varita. Malfoy se echó hacia atrás. Crabbe y Goyle me miraron atónitos, sin saber qué hacer.

-Vámonos -musitó Malfoy. Bajé los tallos y en un instante, los tres desaparecieron por el pasadizo que conducía a las mazmorras.

Harry, Deneb Y El Prisionero De AzkabanWhere stories live. Discover now