Capítulo 19

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 Era cerca del mediodía y Temari llevaba más de veinticuatro horas sin dormir cuando el taxi la dejó frente a la recepción del hotel. Sus ojos enrojecidos apenas podían soportar la luz del sol en su cénit. El olor a hospital seguía pegado a sus fosas nasales y no había nada que deseara más que quitarse los zapatos, meterse en la ducha y borrar esa sensación pegajosa que la perseguía desde que había cruzado las puertas de Urgencias. Su iPhone había muerto en algún momento de la larga madrugada esperando los resultados de las analíticas de su madre. La boutique, los proveedores y el banco podían esperar por unas cuantas horas más. Volver a Japón había sido un error. Por un instante deseó poder olvidarlo todo y volver al pasado. Quería volver a cuando su hermano era su hermano y el mundo aún era comprensible. Era demasiado horrible sentirse culpable por querer a esa cosa que le había arrebatado a alguien tan precioso. Temari no era capaz de comprender cómo su padre había podido vivir con el conocimiento, sabiendo que el ser que habitaba entre ellos no era más que un impostor.

–¿Ya te has olvidado de mí? ¿No te vas a molestar ni en saludar?

Temari se sobresaltó al oír la voz de Keiko. Sus ojos cansados se posaron en ella. Apoyada en la pared, los brazos cruzados sobre el pecho, parecía salida de un espejismo, etérea y mágica. El cabello azabache le caía desordenado sobre los hombros y sus ojos esmeralda parecían estar diseccionando hasta el último rincón de su ser.

–Tienes un aspecto horrible. Cualquiera diría que llevas un año sin dormir.

–Ahora no es un buen momento –Temari contestó apartando la mirada.

–¿Hay buenos momentos? –Keiko la cogió del brazo cuando Temari intentó esquivarla. Sus dedos parecían arder clavándose en su carne. –Tenemos que hablar, esto ha ido demasiado lejos.

–¿Demasiado lejos? ¿A qué te refieres?

–Tu hermano.

–Lo que pase con mi hermano es cosa mía, no tiene nada que ver contigo.

–¿Nada que ver conmigo? –Keiko contestó sarcástica–. Vuestra pelea está afectando también a Keiji, así que perdóname si creo que puede que tenga algo que ver conmigo.

–No sé qué quieres que haga. Esa cosa no es mi hermano. –Temari espetó molesta, soltándose de la presa de Keiko–. Y tú lo sabías.

–Eres más imbécil de lo que creía. –Keiko gruñó–. No sé por qué pensamos que contigo las cosas serían diferentes. Lo eres todo para ese crío ¿y dices que no es tu hermano?

–Ha estado mintiendo todo este tiempo. –Los pensamientos que llevaban acosando a Temari desde que había descubierto la verdad al fin salieron de su boca–. ¿Cómo pudo esconder algo así durante tanto tiempo sin que nadie sospechara nada?

–¿Esconder? ¿Lo estás diciendo en serio? –La risa desquiciada de Keiko la dejó estupefacta–. Koutarou no sabía nada hasta hace algo más de dos meses. Eso es todo lo que ha sido capaz de mantener el secreto. Sois toda la familia que ha conocido y tu madre lo echó de casa como si fuera un perro. Estaba aterrorizado de perderte y aún así se arriesgó para protegerte. Koutarou es Koutarou. Lo ha sido siempre. Siento mucho lo que le pasó a tu hermano pero Kou no tiene la culpa de lo que les hicieron.

Keiko se la quedó mirando esperando una contestación. Temari al fin la tenía allí delante con todas las respuestas que le habían sido esquivas pero su mente parecía haberse quedado completamente en blanco.

–Supongo que ha sido todo una pérdida de tiempo. –Keiko suspiró frotándose el rostro. Parecía que el agotamiento del último mes también le había hecho mella.

I'll stay with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora