El olor a sangre llegaba a sus fosas nasales causado que su respiración fuera aún más brusca, aquel olor metálico que hizo cosquillear su boca, sintiendo esta temblar apenas en el esfuerzo que hizo al abrirla.
Su cuerpo se sacudió con rudeza, gimió haciendo su cabeza hacia atrás apretando su mandíbula.
Su garganta ardía, apretaba, sentía su propio cuerpo exigir alimento.
Sintió una mano más grande en su barbilla, sus ojos entrecerrados mirando después hacia aquel sujeto de edad mayor, su piel pálida le miraba fijo, su mirada sobre el casi brillando divertido, disfrutando de su sufrimiento.
—Al parecer te resistes muy bien. -Habló, su voz hizo que el chico gimiese de dolor en sus oidos, quiso cubrirlos.
Las cadenas de plata se tensaron en sus muñecas, tobillos y cuello gritó arqueado su espalda temblando, su cuerpo cubierto de aquellas quemaduras aquellos golpes notorios.
Olía tan mal.
Olía a muerte.
—No te voy a soltar. -El hombre avanzó por aquella fría habitación, sus ropas eran oscuras, sus cabellos eran negros y en sus manos habían distintos tatuajes. —Eres capaz de asesinar una aldea completa en un pestañear.
El chico pataleó, pataleó tanto arqueado de nuevo su cuerpo en desesperación, queriendo soltarse, gruñó en furia.
El frío que penetraba los huesos parecía que no le hacia daño, solamente estaba cubierto de aquella final tela de cuero.
El hombre hizo una especie de rugido, mostrando aquellos largos y afilados colmillos al chico, este hizo lo mismo aún moviéndose de forma débil.
—Será más difícil de lo que crei, Jungkook. -El chico le miró, sus ojos ardiendo en lágrimas de dolor. El color rubí bañado en lágrimas. — Comportate, obedece y te liberaré. Eres mi sangre, no te mataré.
La sangre crea, une y destruye. Destruye cada parte de tu ser. Tu propia alma está en esencia de esta.
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