8. Te odio

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Amanda jamás había sentido tanta vergüenza en su vida como en la ceremonia. Todo el mundo se había reído de ella, lo que más le dolía era pensar que su propio hermano fuera quien había provocado todo.

Si no le hubieran dicho que era su hermano, ella no lo hubiera reconocido, estaba muy cambiado, no parecía él. Era alto y muy guapo, sólo reconoció sus ojos verdes, heredados de su padre. Aunque eran hermanos, no se parecían mucho, él era más alto y algo más delgado que ella, tampoco tenían la misma nariz, sólo tenían en común los labios y el mismo color castaño de pelo, quitando eso, no se parecían en nada.

En ese momento, todo el mundo empezó a notar el pestilente olor que desprendía Amanda. Ella al principio no se había percatado del olor, ya que se había sentido tan abochornado que ni siquiera había prestado atención a ese desagradable olor. Los alumnos que se sentaban en las primeras filas comenzaron a levantarse de sus asientos y alejarse todo lo posible del olor que desprendía Amanda.

Gabriel consiguió unas toallas para que Amanda pudiera limpiarse un poco y, tras la ceremonia, Amanda y Áxel tuvieron que ir al despacho de Gabriel. Él entró primero y como ella tenía curiosidad por saber que le iba a decir su padre a su hermano, se quedó al otro lado de la puerta para intentar escuchar la conversación.

—   ¡Estoy muy decepcionado contigo, Áxel!— le decía Gabriel—. ¿No eres ya mayorcito para hacer esas cosas?

—   ¡Ella no debería de estar aquí! ¡Que se vaya!

—   Nos guste o no, ella tiene el mismo derecho que cualquiera de nosotros a estar aquí, así que tendrás que acostumbrarte a verla, además la tendremos en nuestra hermandad…

—   ¿No lo entiendes papá? ¡No puedo tener cerca a la hija de los asesinos de mi hermana! ¡La odio, la odio con todas mis fuerzas!

—   Lo sé hijo, pero ella era muy pequeña cuando ocurrió todo y no es culpable de lo que hicieron, no es justo que pague por el crimen de sus padres…

—   ¡Ellos deberían de pagar por lo que hicieron! ¡Seguro que ella sabe dónde están sus padres, si quiere quedarse que nos diga dónde se esconden esos malnacidos!

—   Probablemente ella no sepa nada, pero intentaré hablar con ella, te lo prometo— le dijo Gabriel—. Pero lo que has hecho no va a quedar impune, vas a recibir tu castigo, que va a ser limpiar toda la sala de las ceremonias, pero sin magia.

—   Esta bien, lo que tú digas…

—   Por cierto Áxel, ya sabes que en la hermanad son habitaciones dobles, así que he pensado que como Mary es una buena chica, que comparta ella habitación con Amanda…

—   ¿Qué? ¿Vas a poner a Mary con una Yuna?—preguntó Áxel alterado—. ¿Y si le hace algo? ¿Cómo se te ocurre papa?

—   Es la única chica con la que tengo la suficiente confianza para pedirle esto. Estoy seguro de que si se lo pido no se opondrá a compartir habitación con ella, entiéndelo hijo, no podemos dejarla sola…

Scanya, Academia de Artes Mágicas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora