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—Y... ¿qué más me falta?— se preguntaba un ansioso Jimin mientras daba pasitos alrededor de toda su habitación, observando a todos lados para ver si así se acordaba qué era lo que olvidaba.—¡El regalo!— recordó cuando encontró la cajita en su escritorio. Luego sintió una suave brisa entre sus piernas.—Uh, y pantalones...

El rubio omega se acercó a la cajita del regalo para su novio y lo guardó con cuidado en su mochila, luego al fin se dignó en ponerse sus pantalones. Cuando estuvo listo salió de su pieza y bajó las escaleras, encontrándose con la imagen de sus padres abrazándose frente al comedor, donde había un ramo de flores con distintos dulces en la base, y los postrecitos de chocolate que su papá omega le estaba regalando a su papá alfa.

—Buenos días~— saludó sin llamar la atención del matrimonio enamorado, viró los ojos con una sonrisa y se sentó en la mesa, divisando que el desayuno para los tres ya estaba servido.

En medio del abrazo, Seokjin desenredó los brazos del cuerpo de Nam pero este no se despegó de su cintura, tomó el rostro de su alfa entre manos y acercó lentamente sus belfos a los ajenos para iniciar un beso que a la mitad se vio interrumpido por sus sonrisas enamoradas.

Jimin simplemente sonrió y no dijo nada, comenzando a ingerir su desayuno.

Finalmente ambos mayores se separaron después de un último piquito y se sentaron también en la mesa, ahora sí deseándole los buenos días a su hijo.

—¿Llevarás los postrecitos a tus amigos?— preguntó Seokjin al recordar los domos en la barra de la cocina. Recibió un asentimiento.—No se te vayan a olvidar, Jimin-ah.

El menor negó con las mejillas llenas de comida.

—Y... supongo que Min te dará algo también cuando salgan todos, ¿no es así?— habló Nam esta vez.

—Supones bien, papá— se limitó a contestar el rubio cuando se terminó el bocado.

Oh sí, ni a Seokjin o a Namjoon les agrada el noviecito de su hijo, a Joon mucho menos. Pero no iban a meterse mucho en la relación de los menores, a pesar de que nunca la hayan aprobado.

Jimin no andaba mal en la escuela, no era mal chico, era responsable y no andaba de vago en la calle. Tenía esa carta y ellos la consideraban.

El camino a la escuela fue algo silencioso, antes no era así, pero las cosas habían cambiado desde que presentó a Yoongi en casa. Al llegar y despedirse de sus padres, deseándoles un buen día, se bajó del auto e ingresó a las instalaciones.

Caminó hacia el área de casilleros y fue ahí donde se encontró con su novio.

—¡Jiminnie!

Sonrió en grande al ver al pálido frente a su locker y se acercó a pasitos rápidos mientras su lobo hacía cosquillas en su pecho, al estar en frente suyo dejó la mochila en el suelo y le abrazó de inmediato antes de decir o escuchar cualquier otra cosa.

Se apretaron con cariño y respiraron el aroma del otro comenzando a mezclarse con el propio, Yoongi besó su mejilla y después de soltar una risita Jimin le regresó el gesto. No podían besarse, los profesores vigilantes estaban siendo tolerantes por el día, pero no tanto y esto era lo más lejos que podían llegar los estudiantes.

Cuando se separaron sus manos se corretearon a entrelazarse entre sí y se miraron con ojitos brillantes.

—Te teñiste el cabello a negro...— señaló el rubio.

Min asintió.—Quise dejar descansar a mi cabello de las decoloraciones... ¿te gusta?

—Ujúm... te ves muy guapo— ambos se sonrieron con timidez.—Oh, cierto. Feliz día de San Valentín, hyung.

🖍Tattoo🖍 • YM, OS, OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora