22. JUICIO Y TORMENTA

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BÁRBARA

Comer, dormir y llorar, esa ha sido mi rutina de los últimos días.

La gente herida suele decir que le duele el corazón, pero eso debería ser modificado, porque al menos en mi caso, es cuerpo entero lo siento hecho trizas.

Vuelvo a mi posición favorita en la cama, la cual, es hecha un ovillo.

Ponerte una careta para que los demás piensen que estás bien pesa, pesa mucho, cansa, lastima traerla todo el día y las consecuencias de esa pesadez llega en la soledad, cuando ya nadie te ve.

Todos quieren que seas fuerte, que no demuestres debilidades, lo estoy haciendo, lo intento, pero entonces vuelvo a echarme a llorar, recordando las palabras, las acciones y todo lo que siento que no merecía, no conozco otra forma de desahogarme, me abrazo a mi misma una y otra vez, paso las palmas de mis manos por los antebrazos, porque no hay nadie aquí, solo me tengo yo.

"La soledad es buena, aprende a estar sola, no necesitas a nadie".

Lo que no entienden las personas que me han aconsejado eso, es que yo siempre he estado sola, es irónico que me lo digan cuando tienen padres, hermanos, amigos, pareja. Me pregunto si me dieran esos consejos cuando pasen la mitad de soledad por la que pasé y estoy pasando yo.

Me estoy hundiendo y no veo esa luz, la tormenta no cesa, el sol está eclipsado por la luna y no me abandona la idea de querer encontrar el túnel del que todos hablan y sumergirme ahí.

Quiero ser una leona, una reina de la selva, pero la única realidad es que no soy más que un gato abandonado que relame sus heridas en la oscuridad de un callejón.

He trabajado desde casa, me niego a volver a la empresa dónde solo me voy a llenar de recuerdos de Alessandro.

El solo pensar su nombre me duele, siento algo en el pecho que no sé explicar, no es dolor, no es punzada ni golpe, puede que sea una mezcla de ambas, no lo sé, lo único de lo que estoy segura es que me duele mucho.

Malcolm fue mi ancla, a lo que me aferré en medio de la nada y me mantuvo a flote, pero Alessandro, no podría explicar lo que por él había llegado a sentir, y el saber que solo estuvo conmigo porque su amigo quiso quitarle a su novia o lo que sea, me hace odiar las decisiones tomadas.

Una parte de mí me regaña, algo imaginamos, algo había ahí, la intuición no falla y quizá por eso preferí nunca hablar con Alessandro de lo que pasaba con nosotros, porque no miente, no es Malcolm, preferí vivir la felicidad un poco más a cuestas de un enamoramiento estúpido.

En estos momentos siento que las buenas folladas no valen en absoluto la cantidad de lágrimas derramadas.

Solo agradezco no haber caído en las garras de un tercero aunque la tentación fue grande.

Una risilla se me escapa al recordar la noche que me quedé en casa de Santiago, como la mañana siguiente me preparó el desayuno, curó mi resaca y me proclamó su amor, me dijo y prometió todo lo que una mujer espera de un hombre, sin embargo no me contó lo más importante, que sería algo clandestino, y yo no estaba para pasar por lo mismo una tercera vez.

Masoquista, no hay otra palabra que me describa, busqué el perfil de Alessandro, no había ninguno, no tiene redes sociales, sin embargo, di con el de Renata, venía como Renata H Miller, en mi pantalla relucía una selfie de la hermosa castaña con el que es mi jefe.

Ambos viendo a la cámara con la plaza "Puerta del sol" como fondo. Renata mostraba su sonrisa, Alessandro mantenía su seria expresión de siempre.

Giré la vista a la foto de papel que tenía en la mano, era él y yo besándonos.

Deseo Inmoral [Disponible En Librerías] Where stories live. Discover now