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"We could slow dance to rock music
Kiss while we do it
Talk till we both turn blue"
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           El recibidor era inmenso, extenso, de techos altos y espacios abiertos, pero en ese momento, sentada en el borde del sofá con los muslos separados y los senos brotando del escote, recibiendo cálidamente la boca afanosa de Helsen, percibía la estancia angosta, de temperatura elevada, sin flujo de aire.

Poco sabía Lulú que no era el ambiente, era ella, cediendo al cáustico y suave movimiento de la lengua húmeda de Helsen circulando la aureola rosada.

Los muslos de Lulú tiemblan de tan fuerte que tensa las piernas, ansiosa y expectante del lento recorrido la punta de los dedos del hombre. Van y vienen sin alcanzar el punto de encuentro en medio de sus piernas, una tortura demencial. Comenzaba a desear mover las caderas, la presión en su intimidad era atosigante.

Por momentos no se lo cree, es un sueño, se dice, no hay manera en el mundo que le este permitiendo tocarla de esa forma y que ella lo disfrute. Se pregunta si detenerse, la sola idea la empuja a un abismo de frustración tan profundo que le hace querer llorar. Está bien, se repite, se lo recuerda, no es nada aversivo, ni malo, ni doloroso. Es ella dejando fluir el ardiente requerimiento de su cuerpo, cumpliéndolo. No hay nada malo en eso.

La boca de Helsen desciende despacio, conociendo, saboreando el ligero sudor desprendido de la piel de Lulú. Los pómulos de la muchacha se encienden al atisbar sus pechos lustrosos, marcados por los besos, succiones y lamidas del hombre. Verse de esa manera, casi desnuda, con el pecho subiendo y bajando por su respiración alterada y deseosa de conseguir más de su boca, era desbloquear un nivel más.

Le excitaba, era una sensación nueva, aquello era como un dulce prohibido que se come, mastica y traga, deleitándose con el sin una pizca de remordimiento. No tenía porque.

Un jadeo se le atora en la boca al percibir los pequeños besos que pasarían como santos si no se encontraran formando una senda indecente a su intimidad. Helsen presiona una sonrisa en el muslo de Lulú, regocijándose de los tenues espasmos de sus piernas, si fuese por él hace minutos le hubiese calmada la ansiedad hundiéndole la lengua en el coño, pero quería darle un tiempo, quería que se sintiese segura de dejarle seguir, no por mera obligación.

Con el fruto del orgasmo mojando el sofá, era evidente que le permitiría eso, y algo más.

—¿Me considerarías un ser perverso sí cumplo mi deseo de marcar tu piel?—le cuestiona.

Ella, queriendo sentir más, lo que sea, niega, sin poder articular.

Helsen desprende un beso más, uno sutil, como tanteando la zona antes de tomar un pedazo de piel, removerlo en medio de sus dientes, succionarlo y volverlo a morder. Lulú se remueve, percibiendo el primer pinchazo de dolor, una molestia que no pasa a más, preguntándose que clase de fallo tendrá en la cabeza para que le guste.

Helsen no se lo cuestiona demasiado, le agrada y enaltece saber que en los siguientes días, él ocupará la mente de la mujer a la que le ha dejado su huella particular. Nada de otro mundo, a todos les ocurre, ¿no?

Una leve mancha roja de bordes disparejos decora el muslo de Lulú, satisfecho, continúa ascendiendo, repitiendo el ciclo una y otra y otra vez más.

—¿Duele?—le pregunta, el calor de su aliento acariciando el muslo de Lulú.

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Where stories live. Discover now