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"Got me up in this place right now
Against the wall
Got me feelin’ so blue"
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            Dos días han transcurrido desde el incidente de Hera. Dos días que testearon la templanza de Helsen, quien nunca antes se había sentido tan agotado.

Los hechos luego de los gritos de Dalila pasaron como un borrón, ni siquiera se toma el tiempo de evocarlos, le arrastrarían a un hoyo de pesadumbre que ha venido esquivando.

Quería olvidarse del pánico, de creer que perdería la cabeza y los sentidos. Quería suprimir de sus recuerdos la imagen de Jamie, su hermano y Bertha, la primera mujer que pudo amar, metidos en esas bolsas negras, fríos, muertos.

Ahí acababa su historia con ella, en una funda forense.

Se pasó las manos por la cabeza y maldijo en silencio, subiendo la vista al borde inicial de la hoja. Se ha perdido de nuevo en las letras.

—¿Necesita algo más?

No despegó los ojos del papel cuando Catherine, amablemente y sin él pedírselo, dejó una taza de té negro hirviendo encima del escritorio. No tenía tiempo para eso.  

—No, te puedes retirar.

Ella salió de esa oficina tragada por las penumbras y se tragó las ganas de mandarlo al demonio, porque la paga superaba con creces su trato descortés.

Para Helsen, el mundo estaba confabulado en su contra ese día. En la mañana se levantó media hora tarde, la alarma no sonó y el cansancio de los últimos días, tampoco le alertaron que se pasaba de tiempo. Descuidar su puesto le acumulaba trabajo y más trabajo, no hay nada que aborrezca más que retrasarse, en lo que sea. Y como si no fuese poco, Eros comenzaba a tomar fuerza en la pirámide, estaba en todas, proliferándose en la compañía como las malditas terminas. Al no tener puesto fijo, vagaba de un departamento a otro, revisaba, aprendía y ejecutaba, la misma estrategia que hizo él en su momento.

Ulrich le ha prevenido, le nombrará director del departamento de diseño y manufactura. A esas pisadas, pronto tendría que asentarse en Alemania para prepararse para el cargo de su hermano y él seguiría de segundo plano.

El ruido de su celular pisoteó sus pensamientos. Le pareció peculiar no mirar más que números, esa línea nadie más que sus allegados la tenían.

—Tiedemann—contestó sin poder disfrazar su humor de porquería.

Un chiflido agudo de oye a través de la bocina.

—¿Desde cuándo tanta formalidad?

Era la voz de Hebe. Helsen se restregó la cara, ¿en qué pensaba cuando le dio ese número? Esa mujer era como una jodida garrapata, para quitársela había que arrancársela.

—No te tengo registrada.

Un jadeo de ofensa rompe el auricular.

—¡¿Qué?! ¿Ese es el trato que le das a tu chica favorita?—el grito de la muchacha le hizo apartar el celular de la oreja.

Helsen rodó los ojos, soltando los papeles sobre el teclado de la portátil.

—¿En cuál de todos tus sueños lúcidos te nombré mi favorita?

—En todos, idiota—replicó la mujer, rompiendo su tono mordaz con una carcajada—. ¿Qué tienes planeado hacer el viernes? ¿Qué te parece si te ayudo a salir de la rutina? ¿Cómo suena eso? Seguro que lo necesitas, lo escucho.

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Onde histórias criam vida. Descubra agora