⎯1. Conozco a los adorable hermanos

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›› "Conozco a los adorables hermanos Di Angelo."
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[ Capítulo uno. ]


–Percy, jamás me presentaste a tu amiga. –

–Oh, sí! Mamá, ella es Gaia Rou... Rouch..? –

Percy observó a su amiga con una pizca de timidez, ella entendía perfectamente que su apellido no era nada fácil de pronunciar, menos para alguien que solo leía griego antiguo.

–Gaia Roux, es un gusto señora Jackson, Percy habló cosas geniales de usted. –

Habló mientras le regalaba una sonrisa a la mujer.

–El gusto es mío, Percy también habló cosas increíbles de ti, me contó sobre la vez que lo salvaste del ataque de una furia. –

El hijo de poseidón abrió sus ojos con pánico, al parecer había revelado algo que no debía.

– Mamá, no debes contar todo lo que te digo! –

Una risa resonó en el auto, las femeninas reían suavemente de la reacción del chico.

– Está bien, lo siento, Percy.
Entonces, por tu apellido deduzco que eres italiana. –

Gaia negó, aún con una sonrisa en su rostro. Aquella era su mueca característica, sus ojos almendrados y verdosos se achinaban al esbozarla.

–De hecho, soy inglesa, mí abuelo materno es un inmigrante italiano, que sabrá Dios cómo acabó en el Reino Unido... Aunque luego de la guerra volvió, no pudo evitar extrañar. –

Percy no sabía aquello, pero se le hacía entendible gracias al pequeño acento que escapa de la chica al hablar inglés.

–El internado al que asisto está en New York, por eso les pedí a ustedes si podían pasar por mí... Otra vez, gracias por haberme recogido, quien sabe cuando habría podido llegar hasta aquí por mí cuenta. –

Siguieron hablando por el camino, hasta que recogieron a las otras dos chicas. Annabeth Chase, su amiga (e interés romántico de Percy), y Thalia Grace, su media hermana.

Se saludaron luego de no verse durante bastante tiempo, y se pusieron al día.
Thalia contaba las hazañas del internado al que iba con Annabeth, y cómo había sospechado que uno de sus profesores era un monstruo mitológico.

Al llegar a la oscura academia Westover Hall, bajaron del auto. Gaia observó el horrible lugar un poco temerosa, siempre había sido de carácter fuerte, pero últimamente se había debilitado. Sus sueños de mestizo la asustaban.

–Qué será aquello que Grover tenía que decirnos, se veía notablemente alterado y preocupado. –

Con una mueca y sin responder la pregunta, los cuatro semidioses avanzaron hasta el recibidor de la academia.
Ese lugar lograba ponerles los pelos de punta, era como si Drácula hubiese abierto una escuela tétrica, salvo que, militar.

Mientras los mayores hablaban, (porque sí, Gaia apenas tenía doce años) ella observaba en silencio la arquitectura del lugar, jugueteando con su anillo nerviosamente.
Aquél anillo había sido un regalo de su padre en su décimo cumpleaños, en la carta expresaba que podía convertirse en una hoz o en una espada, eso se adaptaría al estilo de la batalla.

Gaia adoraba a su padre, porque a pesar de ser una hija prohibida, él intentó que eso no fuera impedimento para su crecimiento cómo semidiosa.

Una voz refinada y ronca la sacó de sus pensamientos. Dos adultos hablaban con los chicos, o bueno, una de ellos preguntaba que hacían allí en el recibidor.

[Gaia.]

Observé con curiosidad la explicación que Percy tenía para dar, pero al ver que ninguno decía nada, entré en pánico.

–No somos visitantes, señor. –

Hablé firme, intentado sonar como si de verdad asistiera a una escuela militar.

–Somos sus alumnos, señor. Yo soy Thalia, él es Percy, y ellas son Annabeth y Gaia, señor. –

Thalia siguió mi mentira, lo cuál agradecí enormemente.
La mirada bicolor del hombre nos examinó uno por uno, hasta que el ceño se le suavizó mirando a su colega.

–Señora Latiza, ¿Usted reconoce a estos alumnos? –

La mujer pareció pensarlo un poco, mientras mi corazón se agitaba más en cada momento, hasta que por fin habló.

–Sí, creo que sí, señor... Annabeth, Gaia, Percy, y Thalia... ¿Qué hacen que no están en el baile? No pueden andar merodeando por aquí. –

El sudor frío bajaba por mi espalda, la suerte había estado de nuestro lado otra vez.
Antes de que cualquiera pudiese responder, un Grover jadeante apareció en nuestro rango de visión.

–¡Han venido..! –

Su voz bajó el tono al darse cuenta de los profesores.

–Señor Underwood, qué significa eso de que han venido? estos alumnos viven aquí. –

Grover tragó saliva y de inmediato se explicó.

–Quiero decir, señor, que han venido de maravillas los consejos de... de Gaia para hacer el ponche, ¡La receta es de su familia! –

El hombre con ojo de vidrio volteó a verme, causando un escalofrío en mí columna vertebral.

–Ciertamente, el ponche está excelente, señorita Gaia. Ahora, todos vuelvan al baile, y no salgan del gimnasio. –

Algo temblorosa caminé junto a los chicos, Grover me pidió una disculpa con la mirada, a lo que le sonreí a modo de decirle "no pasa nada, amigo", y seguimos avanzando hasta el baile, donde comenzaba a distinguirse la música.

Noté que Percy hablaba con Thalia de algo que no escuché, y también noté como la mueca en el rostro de este decaía notablemente.

Grover nos agradeció haber venido con tanta prisa, así que Annabeth preguntó a que se debía el apuro.

–He encontrado a dos semidioses. –

Abrí mis ojos con sorpresa, ya de por sí era difícil encontrar a uno; pero dos en un mismo lugar, se oía como una fantasía.

–Dos hermanos, un chico y una chica... De diez y doce años, desconozco su ascendencia, pero se nota a leguas que son fuertes... –

Asentimos, el sátiro nos apresuró, según él se nos acababa el tiempo... Pero no entendí cuál tiempo.
Analizaban la situación, mientras yo observaba un punto fijo, sin prestar atención, cosa que no debería haber hecho.

–Gaia! Concéntrate, estamos en una misión, no en un parque de juegos. –

Thalia me regañó, asentí con simpleza y ellos volvieron a explicarme.

Era el último día del semestre, y al parecer no los dejarían salir del campus hasta nuevo aviso. Teníamos sólo una oportunidad, y no podíamos fallar, lo que me hizo llenar de determinación.

–Hagámoslo. –

▍  ' 𝄖𝐒𝐏𝐄𝐂𝐓𝐑𝐔𝐌 ㅤ❪ N. D'Angelo ❫ ★Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz