04 - 日 向 (ひ な た) 夏 (な つ)

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Ese 13 de agosto de 2002 Shoyo llegó al aparcamiento subterráneo del hospital junto con su padre, en sus brazos. Mientras subían por el ascensor, se aferraba con nerviosismo a su mochila de un tono amarillo pastel donde llevaba lo que creía necesario, cosas como: Cuaderno, lápices de colores, borrador, un libro con ilustraciones y, por supuesto, mandarinas.

Vió todo el proceso que hizo su padre para poder llegar hasta la habitación donde se encontraba su madre. La saludó con inmensa alegría, siendo correspondido, dejando de lado toda su inquietud anterior; pero algo faltaba y tardó bastante en reaccionar.

-¡El bebé! ¿Dónde está? -preguntó más que emocionado, exaltado, entusiasmado, alegre, por su hermanita- ¿Puedo verla? ¡Quiero verla! -pedía. Necesitaba verla de verdad, al fin y al cabo había estado esperando eso durante mucho tiempo.

-Ahora le están haciendo unas pruebas, amor; Cuando acaben la podrás ver y, si quieres, tenerla en tus brazos.

-¡Sí, sí quiero! ¡La cargaré! -respondió apasionadamente, estaba listo, estaba más que listo.

Después de un tiempo, demasiado pero demasiado largo para la mandarina parlante (donde se había acabado de leer su libro y todo), llegó un enfermero de prácticas universitarias junto una doctora la cual llevaba unos papeles en mano.

Saludó y seguidamente habló: -Señora Hinata y compañía, tenemos nuevas noticias -suspiró y continuó-. Al terminar las pruebas hemos comprobado que todo está bien, pero la niña, ahora que está en la sala "Despertar", no ha hecho ni un movimiento y nos preocupa un poco eso, así que, veníamos a preguntar si les parece bien que extendamos el chequeo dos horas  más para posibles sorpresas -acabó relatando aquello de una forma en la que no podían sentir nada de intranquilidad.

-Sí, nos parece bien -respondieron a la par los adultos, pero, ¿Shoyo había respondido? ¡No!

-¡No! -su respuesta sorprendió a todos. Levantándose de la silla y parándose en frente de la doctora y del universitario, prosiguió- ¡Quiero ver a mi hermana! A preguntado si nos parece bien, ¿verdad? Pues a mí me parece bien con la condición de ir a verla ahora.

La inteligencia de ese niño era increíble, su capacidad de entender las cosas y analizar había avanzado a la velocidad de la luz en tan solo una hora. Tal vez eso ocurrió gracias a las ganas de ver a su nuevo ser querido. La curiosidad humana no tiene límites, no puedes pararla y, cuanto más la retengas, peor se volverá.

Su forma de responder hizo reír suavemente a los estudiados. No iban a negarle tal derecho de ver al bebé.

-Claro, podrás ir -habló el más joven-, pero con la compañía de un adulto.

Hinata giró velozmente la cabeza en dirección a su padre, poniendo una cara de "irás conmigo cueste lo que cueste" aterradora, pero entendida al instante por su progenitor.

𝗟𝗮 𝗮𝗹𝗲𝗴𝗿𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘆𝗼 - Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora