°°Fiveteen°°

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Errores se corrigen después

(。・ω・。)ノ♡

Tal vez la idea de aprovechar el tiempo no era tan desechable como el azulino creía, apenas hace unos meses se recordaba alimentando a su pequeño y llevándolo a conocer el jardín.

Ahora después de cuatro meses de traerlo al mundo solo podía verlo por el balcón que daba directo al jardín, al menos su hijo estaba lejos del príncipe, junto a su verdadero padre.

-Joven amo el príncipe le solicita en sus aposentos-

Agitando su mano se despedía de su pequeño bebé que lloraba al verlo marcharse, después de todo aún necesitaba de su madre.

En silencio entraba a aquella habitación para mirar hacia donde el príncipe se encontraba, justo frente a la ventana que tenía la misma vista que la de él.

-Veo que sigues ignorando mis órdenes-

-No las ignoro, mi pequeño aún me necesita-

-Te tendrá cuando me des lo que busco-

-Eso lo tengo claro-

-Y ahora que ya ha pasado un tiempo creo correcto el iniciar con nuestra propia familia- quitando sus negros guantes de piel se acercaba al más bajo para acariciar su rostro -sabes lo que tienes que hacer omega-

Reteniendo las lágrimas en sus ojos se despojaba de todas aquellas finas telas que cubrían cada centímetro de su piel, después de todo el príncipe solo tenía derecho a ver aquella parte de su cuerpo.

-Al menos el pequeño Arturo se divierte con mis pequeños, señor Sebastian-

-Supongo que tienes razón, de igual forma la leche no lo llena de la mejor manera y menos ahora que es un sirviente como nosotros-

-Yo podría alimentarlo si gusta-

-Ya haces demasiado cuidándolo Finny-

-Uno más no sería problema, usted siempre cuida de nosotros y arregla mis desastres, es lo menos que puedo hacer-

-Gracias, lo digo enserio-

Con una sonrisa le respondía el rubio al azabache para empezar a darle de su leche al pequeño bebé quien parecía estarse muriendo de hambre.

-Solo esperaré la oportunidad para largarme de tu lado-

-Eso es algo que se les da bien a los Phantomhive ¿No cariño?-

-No sé a qué te refieres-

-Lo sabes muy bien- decía el rubio príncipe mientras volvía a vestirse siendo visto por un furioso azulino que apenas y podía cubrirse con las sábanas.

-El día en que espere un hijo tuyo rezaré porque muera-

-Creí que los omegas se desvivían por sus cachorros-

-No soy como los demás-

-Cierto, eres aún más fácil, mira que meterte con un mayordomo es algo que harían los prostitutos desesperados-

-Soy tu maldito esposo, al menos deberías respetarme-

-No lo creo, al menos no cuando deseas que nuestro preciado hijo muera-

Dejando el pudor a un lado se apresuró a vestir para detenerse frente a la puerta para dedicarle unas palabras antes de salir.

-Estoy casi seguro que ni siquiera puedes procrear con algo tan pequeño-

Un pequeño secretoWhere stories live. Discover now