1. EL VERANO

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Cómo cada verano, el pueblo se llenaba de gente. Un pueblo pequeño, con no demasiados habitantes, en el que todo el mundo se conoce y si alguien duda de quien puedes ser te pregunta sin titubear - ¿ y tú de quien eres? Y con el mismo descaro pero sin perder la educación le contestas cual es tu familia, como os apodan o con quien estais emparentados.
Las calles se llenan de luz, la gente no falta en las ahora concurridas calles del municipio pero que una vez terminado el verano queda postergado para los asiduos que regresan el fin de semana para atender a sus familiares, esos que siempre han estado allí, desde que nacieron hasta que acaben sus días, la gente del pueblo.
El calor se hace insoportable, el asfalto carcomido y con socabones escupe fuego en los meses de julio y agosto y aunque la piscina municipal acoge a todos los que deseen darse un baño para aliviar las temperaturas del estío, muchas veces no es suficiente y le cuesta albergar a la cantidad de bañistas que se acercan a refrescarse en las horas de la siesta.
Es la novedad, nunca habia tenido Twinhood que asi se llama el pueblecito, una piscina y nunca había habido tantos paisanos y visitantes de alrededor en sus calles.
Twinhood es un pueblo pequeño y seco, más seco que de costumbre este insoportable y sofocante verano.
Los mayores se sientan en las calles al caer el sol y allí en las puertas de sus casas hacen pequeñas reuniones donde a modo de prensa social repasan las vidas de los habitantes de Twinhood, sus logros, sus fallos y sobre todo sus escarceos amorosos, es decir, que si te conocen indagaran tu vida y si no intentarán una para poder mantener sus lenguas en movimiento y tener una vida menos aburrida. Era la hora de" salir al fresco ", asi no solo se sentaban ellos si no que salía al fresco todo lo que en el pueblo sucedía. Alli se pasaban las  horas de la tarde y de la noche, debatiendo, especulando e incluso inventando la vida de los habitantes de la villa.
Un verano especial, como todos los veranos para los jovenes que alli vivian durante todo el año. Los amigos regresaban, las quedadas, los amores de verano,  compartir, bailar, tomar unas tapas y disfrutar, sobre todo disfrutar esos dos meses que convertían a Twinhood en todo un festival de risas, juventud y vida. Rincones en los que no faltaban esas pandillas de chicos y chicas compartiendo momentos y emociones.
Al atardecer las luces caen igual que el sol se esconde en la línea del horizonte y la plaza se llena de carcajadas, niños corriendo, en bicis o jugando al futbol , parejas sentadas en los bancos de forja anclados a los adoquines de colores rojizos y blancos y grupitos de chicos y chicas tonteando, buscando el amor de verano o quizás el amor definitivo que se pueda repetir cada año.
En otras ocasiones los adolescentes pasean buscando a quien no encuentran en ese concurrido lugar, intentando que su corazón empiece a latir más fuerte y se acelere al ritmo del de un corredor de velocidad nada más terminar su secuencia y las calles se convierten en un desfile de modelos derrochando glamour, estilo y sensualidad.
Un pequeño pueblo del que pocos han oido hablar pero que como un planeta solitario, alejado de nuestro astro Rey, cuando la luz ilumina sus calles y da color a sus mustias casas se llena de vida, color y risas. Asi es Twinhood, un nombre que puede sonar a poco, o a nada, quizás desconocido para el resto de la humanidad pero tan importante para muchos de sus habitantes, que le convierten en un lugar diferente y especial.

Fiel testigo de tantas  y tan entrañables historias, sus calles , plaza, plazuelas, el valle, las fuentes... los bares y terrazas de verano a veces mantenidas todo el año, sus bancos de hierro rodeando la plaza, esperando para escuchar las risas, los llantos, las confidencias de aquellos que se sientan a descansar...
Twinhood, pequeño pueblo en la llanura de un bonito y enorme país,  en el interior, pueblo de secano, de cereales y vid, de olivo y maíz, de contraste de colores, de amarillos y naranjas como el sol, de verde y marrón en septiembre y pocas veces, gris y triste. De valle con arroyo al que ir a visitar, de arboledas y prados, de trigales y maizales en los que perderse, de largos campos  de cebada seca ... de inmensas noches de cielos estrellados y de nostálgicas siestas de descubrir nuevas emociones.
En este ambiente, en este lugar,  en estos valles, bajo el cielo azul con nubes empujadas por el viento, en esos campos de cereales sembrados de amapolas y margaritas tiene lugar la historia que viven dos jóvenes que nada tenían que ver, dos jóvenes que se conocen por casualidad y cuyas vidas se cruzan en un momento determinado del verano cuyas calles, callejuelas, plazas, bancos, terrazas y bares fueron testigos de sus palabras y sus acciones. 
Twinhood acogía a los jóvenes de los pueblos  cercanos, eran parte de la población,  se entremezclaban con los vecinos, se agrupaban en  pandillas y en parejas . Cada tarde, cada noche, cada fin de semana, cada festivo, cada navidad, cada semana santa, cada verano...
Un descubrimiento que podría no haber sucedido pero el destino y sus caprichos situaron a estos jóvenes en este sencillo pueblo .

Mary había nacido en el pueblo y su vida había transcurrido entre las aceras, las calles,  las eras, los campos y las casas, más viejas que nuevas, de ese pequeño entorno rural del que se sentía una parte importante, de largos y ensortijados cabellos dorados, ojos en la tonalidad de su pelo, de un meloso dorado que convertía el marrón en semiverdoso y el verdoso en tierra ocre dando una armonía a su rostro que inspiraba serenidad y dulzura, de un atractivo indescriptible que hacía que los chicos y no tan chicos se volvieran a mirarla cuando pasaba por su lado y que las chicas no quedaran indiferentes por la envidia que despertaba un atractivo tan sereno y simple. No necesitaba ropas caras, ni elaborados peinados. Tampoco maquillaje que adornara su sonrisa u ocultara imperfecciones, porque sencillamente era guapísima. Las imperfecciones típicas de la edad , que si un granito en la frente o un pequeño brillo en la cara, eran inapreciables porque lo demás sobresalía. Mary no valoraba su belleza,  ella se sentía una más, no se consideraba fea pero tampoco pensaba que fuera una Miss. Era una chica más, de pueblo, que estudiaba bachillerato en el instituto del pueblo de al lado, porque en Todosca no había y que se ganaba sus calificaciones, por cierto, bastante buenas, a base de hincar los codos en la mesa del salón de su casa, cada tarde durante el año lectivo.
Mary trabajaba duro a lo largo de la semana para poder disfrutar con sus amigos durante el fin de semana de los pocos atractivos que el pueblo ofrecía en estaciones fuera del verano.
Solo había una discoteca, un pub donde tomar una copa con los amigos, cuatro bares y un hogar del jubilado y una saña de juegos. En cualquiera de ellos podías tomar un refresco, un café y charlar con tu grupo o pandilla.

En invierno y otoño Twinhood era aburrido, la gente se mantenía en casa, no salía a no ser el sábado o domingo y de no ser por los habitantes de pueblos cercanos que acudían para conocer gente e intentar ligar... la verdad es que la vida de los adolescentes era bastante monótona y triste

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