Extra - 1

3.5K 463 108
                                    

En esa vieja galería aún en remodelación, Jungkook terminaba de checar esas fotografías que había tomado mientras él equipo que había contratado conocía el lugar y les daba sus recomendaciones.

— Su primer mes en Francia, joven Jungkook. ¿Como lo recibió el país?

Sonriente, Jungkook bajo la cámara y ojeo a esa alegre persona que se acercó a él. Milo Boulet, una reciente amistad que Jungkook inicio gracias a la dulce señora frente a la vivienda que comparte con Taehyung, un hombre trabajador y apasionado por la pintura tanto como él, a quien ayudaba después de que la fábrica familiar con la que se ganaba la vida quebrara.

— De maravilla, Milo. — Respondió entusiasmado. — No puedo estar siendo más feliz.

— Al igual que el joven Taehyung. — Comentó posicionándose a su lado. — Siempre le dije a Landry que ese chico era un milagro. Gracias a él te conocí.

— También fue mi milagro. — Coincidio el castaño pensando en su ángel. — Ojalá él también viera de esta manera cual milagroso es.

Ambos ojearon esa vieja fábrica con enormes planes, mientras pensaban en gracias a quién podría salir adelante, pues de nuevo Taehyung había ayudado sin siquiera darse cuenta. De nuevo causaba una emoción en la vida de Jungkook que sacaría adelante una gran galería para sus obras y también, en la vida de un hombre que podrá volver a casa con su familia después de meses pasando por diferentes trabajos pesados.

— Es todo por hoy, volveré mañana temprano.

— ¡Oh, aguarda!

Arrugando el entrecejo curioso, Jungkook ojeo sobre su hombro cuando ese hombre corrió a un rincón, en donde había dejado su mochila y regresó rápidamente.

— Carmen y los niños prepararon esto para ustedes. — Le tendió una bolsa. — Jacqueline dice que adora el color de los ojos de Taehyung y cuando vio este collar le recordó a él.

Intrigado no se aguantó a husmear en la bolsa, llenando sus fosas nasales con el delicioso aroma de un fresco pan recién horneado por la esposa de Milo, unas cartas decoradas con colores por sus hijos y un collar celeste, comprado por la mayor de las niñas.

Enseguida sonrió encantado.

— Es hermoso. Gracias, Milo. — Hablo amable, agradeciendo con una reverencia.

Asegurando esa bolsa con cuidado Jungkook acomodó su cámara en su estuche y afirmando su morral se volvió a despedir, marchándose ansioso por probar de ese delicioso aroma que lo torturó un poco camino a casa. Y claro, el curioso Jungkook tampoco se pudo aguantar las ganas de saber que tan adorado era Taehyung, y vaya que esas cuatro cartas los sorprendieron. Los adorables hijos de esa familia lo amaban, como todos los niños, Taehyung siempre había sido muy bueno con ellos. 

— ¡Mi ángel estoy en casa!

Luchando un poco con la llave, la puerta, y esa bolsa que no podía dejar caer por nada Jungkook entró escandaloso en la casa, llamando a gritos a ese peligris que estaba emocionado por ver.

— Mira lo que nos mandó la familia de Milo, te va a encantar. Sus hijos te adoran.

Dejando todas sus cosas rápido en el perchero ojeo dentro de la bolsa asegurándose de que no hubiera sospecha de que había leído esas cartas e intentó esconder el pedacito de pan que se había robado. Camino rápido en busca de Taehyung por la planta baja y al no encontrarlo suspiro, sabiendo que si no estaba arriba debería esperar con sus ansias ahogandolo a que regresara del bosque.

Pero sus ansias tuvieron un "alto" más grande cuando llegó a su habitación.

— ¡Taehyung! — Gritó en pánico cuando lo vio.

⌱ Lágrima de Tigre. |  𝑱. 𝑱𝒌 • 𝑲. 𝑻𝒉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora