CAPÍTULO 9

265 183 99
                                    


CHAD

Sasha.

Es la causante del empujón que dejó a Chloe dentro del mar, si bien no fue una caída grave o peligrosa había sido molesto para ella.

Y para mi también.

Digo, estábamos muy divertidos hasta que Sasha decidió arruinarlo.

Sí, dije que decidió, porque aunque ella haya repetido una y otra vez con su chillona voz <<Lo siento mucho bonita, los accidentes pasan>>. No lograría convencerme.

Los chicos llegaron rápidamente a nuestro lado, y cuando estiré mi brazo hacia Chloe para brindarle mi ayuda me di cuenta que no era el único que estaba dispuesto a ayudarla a ponerse de pie.

CHLOE

Que linda persona es Sasha, quiso meterse al mar conmigo.

Nótese mi sarcasmo.

No me hubiese importado mojarme si hubiera venido con traje de baño, pero había decidido venir solo con el vestido blanco de lino.

Iba a ponerme de pie rápidamente cuando veo un brazo estirarse en mi dirección para ayudarme.

Lo iba a tomar cuando en una fracción de segundo se estira un segundo brazo.

Mi mirada se turna de uno a otro.

Chad y Oliver.

Que atentos.

Tomé ambos brazos para por fin ponerme de pie y  no despreciar la ayuda de ninguno.

Rayos.

Miré mi torso, el vestido se había ceñido a mi cuerpo, se traslucía todo.

—¿Estás bien?—Preguntaron al unísono los chicos.

—Sí, gracias— Les respondí mientras con mis manos en un fallido intento traté de cubrirme.

Sentí un escalofrío cuando la mirada de Oliver me recorrió de arriba a bajo hasta posarse en la zona de mis senos.

Que incomodo.

—Lamento que mi prima...— Oliver iba a terminar su frase pero no lo dejé.

Así que es la prima.

Con razón los dos son igual de atrevidos.

—Esta bien, no te disculpes por algo que tu no hiciste.— Solté.

—Lo siento mucho, de verdad. —Decía una y otra vez Sasha a la que cada vez le creía menos.

—Ya basta Sasha. —La cortó fríamente Chad.

Este ultimo posó su vista en mi.

Increíblemente Chad se percató de mi incomodidad.

Se sacó rápidamente la sudadera que tenia amarrada a su cintura.

Es la misma que me había prestado la noche anterior.

Se acercó cuidadosamente y la dejó caer suavemente por mi mojada espalda, gesto que agradecí enormemente.

—Creo que esta sudadera terminará siendo más mía que tuya— le dije muy cerca de su oído con una sonrisa divertida.

CHAD

Sonreí casi por inercia, me gustó saber que de todas las personas presentes habían cosas que solo entendíamos nosotros.

Mi sudadera le llegaba casi a las rodillas.

Volviendo a AmarWhere stories live. Discover now