Capítulo dieciséis

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Estaba en el lavadero del hotel, la ropa limpia de su bebé se acabó. No quería salir de esas cuatro paredes, pero el deber llamaba. Esa habitación se volvió su refugio, el aroma que había allí lo tranquilizaba, olía a hogar y era una fragancia que no sentía hace mucho tiempo.

Cuando era pequeño sentía un aroma similar cuando su padre no estaba y se quedaba solo con su madre, era un olor tan único que nunca se olvidaría. Ese lugar se convirtió en eso, en su hogar y se odiaba por eso. Se odiaba porque se adaptó a una vida que tendría que dejar en cualquier momento.

Para su mala suerte las omegas con las que se había encontrado hace unos días estaban ahí. Caminó hacía una lavadora ignorandolas, como siempre.

-¿Saben a quién vimos ayer?-dijo bajo una de ellas.

-¿A quién?

-A ese alfa guapo.

-¿Que hacia por aquí?

-Fue a ver al mugroso.-una de ellas rodó los ojos.

-Sigo sin saber que carajos le ve a ese, tiene tantas omegas para elegir...

-Traía bastantes bolsas.-agregó otra omega.

-Seguramente ese mugroso es bueno en la cama. Te apuesto lo que quieras que trajo algo para que se vea más sexy.

-No entiendo que tiene de sexy ese espárrago, cualquiera de nosotras tiene mucho más cuerpo que él.

Tenía razón, mierda, si que tenía razón. Ellas eran las omegas perfectas, pelo bien peinado, maquillaje justo, ropa de marca, cuerpo perfecto, era todo lo que no tenía. Metió la ropa en la lavadora e hizo como si no escuchaba nada, aunque sus ganas de llorar aumentaban cada vez que una de ellas abría la boca.

Harry no se fijaría en nosotros.

Susurró su omega dolido. Louis dio un asentimiento, tenía razón.

Jonathan estaba en sus brazos, estaba inquieto por su aroma. Este estaba amargo, triste y el bebé no sabía que hacer para que su madre estuviera feliz.

-Á-llamo el pequeño al salir de ese lugar.

-¿Que pasa, cielo?-preguntó Louis, posando su mirada brillosa en su hijo. Jonathan se estiró un poco dejando algo parecido a un beso en su mejilla. El omega sonrió enternecido y le beso la nariz.

Su bebé se sintió orgulloso cuando el aroma del castaño volvió a ser la misma fragancia dulce de siempre.

Harry no dejo de pensar en Louis.

Louis.

Suspiró cansado, su alfa no dejaba que piense en otra cosa. Bueno, puede que su alfa lo nombre pero él no puede sacar su sonrisa de la cabeza, no sabe que carajos le pasa.

-Buenas tardes, señor Styles. Quería informarle que la junta pendiente con sus colegas se pasa para mañana.

Joder, lo único que le faltaba.

-Esta bien, muchas gracias.-le regalo una sonrisa cansada y la chica cerró la puerta.

Louis volvió a su cuarto y dejó a su bebé jugar con su dinosaurio mientras el pedía servicio al cuarto. Una vez que pidió todo se puso a jugar con su bebé.

Su cuerpo estaba ahí, jugando a que aquel peluche quería comer a su cachorro, pero su mente, su mente reproducía una y otra vez las palabras de esa omega.

Cualquiera de nosotras tiene más cuerpo que él.

No podía parar de pensar en aquello.

Le dijo a Jonathan que iría al baño, cosa que el bebé ignoró y siguió en su mundo feliz, jugando y hablando con el juguete. Louis fue hasta su cuarto y abrió el cajón que había en unos de los muebles. Lo quedó mirando unos minutos y con timidez agarró las bolsas y se dirigió hacia el baño. Antes de entrar miró a su bebé una vez más y al estar todo bien entró.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora