XVII. HUBO UNA VEZ

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Aún después de tenerte tan cerca, no sé si pueda volver a verte otra vez. Así que aléjate rápido, antes de que sea demasiado tarde para ambos, mi cuerpo y mi cabeza, que están ya de por sí batallando entre entrar o salir. Dejar que te quedes o dejarte ir. Todo lo hago por ti.

Jennie no podía creerlo.

Jisoo, en su versión masculina, solo estaba caminando muy lento, observando cada detalle del gran salón que no era más que la habitación del príncipe. Silbó admirando.

Su compañero de rescate solo caminó varios pasos sin perder la concentración. Porque lo que tenía delante era más de lo que jamás imaginó. Era la idea más descabellada, acosadora e impertinente que alguien podría tener. Hasta hace un minuto, pensaba que eso solo pasaba en películas.

─ Vaya. ─Jisoo se acercó y abrió la boca dejándose sorprender─. Bueno, eso es bastante... Extraño.

En su piel, escalofríos.

Frente a ellas, un holograma de la vista panorámica del departamento de Jennie. Parecía una cinta con velocidad rápida, como si el tiempo corriera diez veces más. Como si el cielo cambiara de color con cada segundo y las nubes corrieran más allá de las ventanas.

Jennie estiró la mano y la imagen se detuvo.

Simplemente se congeló con los dedos deteniendo el tiempo. Prácticamente acarició el holograma, dejando que el tiempo corra otra vez, pero más lento. Luego simplemente retiró su brazo y la velocidad acelerada regresó.

De pronto aparecieron en escena tres personajes conocidos.

─ ¿Esa no es la prima de Lisa y tu perro? ─Jennie asintió, viendo cómo Joy corría tras Kuma.

Y Kuma tras Filemona. Todo a velocidad excepcional.

Detuvo el momento con la palma de su mano.

─ ¿A eso te referías con que el tiempo pasa más lento aquí?

─ Me causa temor el pensar que las ha estado observando... Me pregunto desde cuándo.

─ Jichu...

Jisoo volteó y encontró a la frágil figura masculina de Jennie caminando lento hacia el centro del salón. Allí había un apoyo, parecido a una columna corta, donde descansaba un cojín rojo a la altura del pecho de cualquiera de los dos.

Sobre el cojín, la botella.

Rodeando la botella, un escudo protector a modo de burbuja.

Jennie corrió.

─ Espera, demonios.

─ ¿Q-Qué es eso?

─ No pensaste que sería tan fácil, ¿o sí?

─ Voy a sacarla de ahí. ─dijo el moreno e intentó llegar a la botella con el brazo, pero pequeñas descargas eléctricas empezaban a molestar sobre su piel.

─ No seas animal. ─Jisoo le golpeó la cabeza.

─ ¡Oye!

─ Encontraremos la forma.

Jennie cogió la varilla de metal con la que se remueve la leña en la chimenea. Trató de acercarse y mover el cojín, pero solo éste terminó en el suelo y la burbuja flotaba en el aire con la botella dentro.

─ ¡ROSEANNE! ─Empezó a desesperarse.

─ Cállate ahora.

─ ¡ROSÉ! ESTOY AQUÍ.

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