El Cuento De La Duda.

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La oscuridad reinaba la habitación y Liam se encontraba sentado en su cama, vistiendo solo ropa interior. Miraba al chico dormido en la otra cama de la habitación, tapado hasta las orejas y soltando pequeños ronquidos bajos.

Él estaba indeciso entre que hacer, despertarlo o dejarlo dormir sin molestarlo.

El día anterior le llevo desayuno, pero no lo encontró y cuando se dio cuenta, había vuelto del baño con el cabello mojado y la misma ropa con la que llego. Pero no comió nada de lo que Liam le había llevado.

Suspiró en voz baja y se levantó, tomó uno de los cartuchos de videojuegos que si funcionaba y encendió el Nintendo 64 que su abuela le había regalado.

La televisión brillaba muchísimo y Liam no había pensado en eso hasta que escuchó unos cuantos quejidos detrás de él. Se apresuró a apagar la consola y miró hacia atrás.

Hunter se estaba estirando y despertando lentamente, se sentó en la cama y comenzó a pestañear mientras miraba a todas partes con confusión. Su mirada cayó en Liam y se le quedó mirando fijamente.

— Hola — saludó Liam.

El chico se quedo callado y mirando a Liam atentamente.

— Uhm, yo... lamento haberte despertado — murmuró Liam — hoy no hay clases y estaba un poco aburrido, creo que fue malo de mi parte encender la consola sin preguntarte si te molestaba.

— No importa — murmuró el chico.

Liam suspiró y se levantó para acercarse al chico lentamente.

— ¿Tienes hambre? — preguntó Liam, el chico asintió levemente — bueno, puedes prender la consola si quieres mientras yo voy a buscarnos algo de comer.

Hunter asintió levemente y Liam salió corriendo a la cafetería después de vestirse mientras Hunter se quedaba en la habitación y tardaba en decidir si encendía la consola o no.

Él se levantó lentamente y caminó hasta el videojuego, lo encendió y se sentó frente a la pantalla.

Era divertido, como unas imágenes en movimiento lo hacían sonreír, como la música podía entretenerlo, aunque no tuviera una letra. Recordaba a sus antiguos compañeros de clases hablar de esto, aunque se burlaban de él por no tener una consola...

Aunque bueno, la ropa vieja y los útiles de segunda mano no lo ayudaban en las burlas.

Sus padres no lo ayudaban en realidad...

La puerta fue abierta y Hunter se levantó automáticamente del piso para retroceder hasta estar junto a la cabecera de su cama, Liam entró con una bandeja de desayuno. Él miró con confusión el control de la consola en el piso y luego a Hunter, quien volvía su mirada al piso. Él se veía incomodo.

— Bueno, avanzaste mucho mas que yo en tu primer intento — bromeó Liam al notar la pantalla en la que estaba el chico.

— Lamento usar tu videojuego — murmuró Hunter sentándose en su cama.

— ¿Por qué? Yo te dije que podías jugar, ¿No?

Hunter miró al piso.

— Te traje comida — anunció Liam — no sabía que preferencias tenías, así que te traje de todo un poco.

— No tengo dinero para pagarla.

— Aquí no usamos dinero, nos dan puntos de acciones o ayuda — explico Liam acercándose a Hunter y dejando la comida junto a él en su cama — si ayudas a un trabajador del aseo, profesor o a la misma directora, te dan puntos y puedes obtener algo más que los menús simples.

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