CAP. 6-- INEFABLE

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Inefable: Algo tan increíble que no puede ser expresado con palabras. ✨


En el capítulo anterior...


Una mano subió desde la espalda al cuello de Victoria haciendo más profundo si cabe aquel beso, la otra mano que tenía puesta en su nalga comenzó un rumbo efímero hasta la parte más sensible de la morena, bordeando el pantalón con palma de la mano hasta llegar al botón del Jeans, lo desabrochó mientras seguían besándose, bajó la cremallera y con total suavidad metió su mano en la entrepierna de ella.
Ésta automáticamente agarró la mano de él y mirándolo a los ojos expresó:


V: (Susurrando pues no era capaz de normalizar su tono de voz) No Federico por favor, no me hagas esto...


F: Que no te haga qué.. ¿No quieres que te haga mujer? ¿Estás segura? (Con cara de seductor nato y voz agitada)



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Victoria de manera automática levantó un poco su pierna para hacerle el camino más fácil, no era necesario contestarle con palabras. Frunció el ceño, apretó sus manos y gimió. Él acariciaba su parte íntima haciendo pequeños círculos en aquel botoncito tan apetecible, con la otra mano que se encontraba en el cuello tuvo que taparle la boca porque la morena no paraba de gemir. Seguía amándola con sus dedos, primero suave y luego subía la intensidad. Su otra mano le jaló la melena con decisión pero sin dañarla. Introdujo dos de su dedos cuidadosamente en aquella cueva que tan amablemente lo estaba invitando a entrar, hasta el fondo. Victoria abrió su boca, arrugó su frente y miró a los ojos verdes que tenía justo enfrente curvando su espalda digna de una contorsionista y apretando sus manos queriendo arrancar todo lo que se pusiera en su camino. Gemía, no paraba de gemir mientras Federico aceleraba el ritmo, una y otra vez... Cada vez le costaba más a la pelinegra respirar... Ya casi llegaba al éxtasis cuando el paró de mover los dedos.


V: ¿Qué coño haces? No pares cabrón..


Sacó la mano de aquel lugar tan húmedo y la llevó entre besos a su habitación, escena digna de una película erótica. Empujó con una pierna la puerta de la habitación y la tiró hacia la cama, y con cara de pantera hambrienta se tumbó encima de ella acariciando todos los malditos y perfectos trozos de piel de su hermoso cuerpo.Ella estaba desesperada, la había dejado con un orgasmo a medias y necesitaba ya sentirlo, llevaba mucho tiempo necesitando desahogarse de esa manera. Se quitaron toda la ropa como pudieron, estaban como Dios los trajo al mundo, rozando sus pieles bajo las sábanas blancas, armando una hermosa fricción con sus cuerpos...
Federico dejó por un momento sus labios para centrarse en aquellas dos islas perfectamente redondeadas. Las besaba, tocaba y lamía cómo si no hubiera un mañana, se centraba en aquellos diminutos pezones que invitaban a morderlos salvajemente. La morena soltaba un pequeño gritito cada vez que acribillaba sus senos. Entre besos y mordiscos puso rumbo a su vagina, tenía su boca a escasos centímetros, la morena ya no aguantaba su juego, lo miraba suplicándole que no la torturara más mientras se retorcía ansiosa en la cama. Pasó su lengua de una sola vez de abajo hacia arriba, saboreando la zona como si fuera una auténtica obra de arte, realmente lo era. Victoria se mordió los labios, jadeaba y apretaba las sábanas que poca culpa tenían de su inmenso placer. Jamás la habían devorado de esa manera, estaba disfrutando como nunca lo había hecho. Nunca se sintió totalmente satisfecha en ese sentido, sólo había probado un hombre en su vida y eso siempre la atormentaba, le gustaba experimentar y probar cosas nuevas pero en todos estos años la monotonía era el pan nuestro de cada día. Y ahí estaba Victoria, una mujer con 42 años que creía que la pasión era para adolescentes, acostándose con otro hombre mientras estaba casada por 25 años con su marido de toda la vida. En este mismo instante aquella pantera se sentía totalmente liberada.


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