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Yuri entró en pánico, ella no había querido actuar tan precipitadamente, solo lo besó porque él decía cosas que la confundían y su estupida cara era tan linda que fue inevitable robarle un beso, pero aún así ellos eran amigos y no quería que su amistad terminara solo por eso.
—No me mal entiendas, solo lo hice porque estás diciendo que morirás o irás a la cárcel ¿No sería triste si eso pasara y nunca hubieras besado a ninguna chica?
Kazutora enarcó las cejas —¿Quién dijo que no he besado a ninguna chica?
—E-estuviste en la correccional, creo que si besaste a alguien fue a un chico... después de todo en el reformatorio solo hay hombres.
—¿He?— él la miro divertido, ella siempre decía cosas muy raras —Es verdad.
—¿B-besaste a un chico?
—No, es verdad que solo te he besado a ti— se agacho poco a poco hasta ella para intentar volver a besarla.
Yuri sintió las manos de Kazutora temblar y como sus labios también tiritaban, estaba muerto de miedo y aún así buscaba valor para repetir ese beso.
—Yo... Si continuamos ¿Podemos hacer de cuenta que esta noche nunca existió?
—¿Por qué?
—Así ninguno de los dos podría arrepentirse de nada.
—No estoy seguro.
—Promételo, promételo o tendré que pedirte que te vayas.
Kazutora guardo silencio, él no quería hacerlo pero ella tenía un rostro por demás decidido y temía a su reacción si se negaba a sus deseos —Lo prometo.
Yuri lo rodeó lentamente por el cuello haciéndolo descender de nuevo hasta su boca, había nervios flotando entre los dos y un instinto torpe que les fluía desde dentro. Sus cuerpos temblaban de miedo y sus ojos permanecían cerrados como si pidieran un deseo que no llegaba más lejos de la ventana. Ninguno sabía nada de lo que hacían, únicamente tenían presente lo que escucharon o vieron en lugares indebidos, ambos eran todavía muy jóvenes pero se negaban a pensar que estaban jugando, eso que hacían venía desde su corazón.
—¿Qué se supone qué hago ahora?— el rostro del bicolor se tiñó en su totalidad de rojo y sus ojos se cristalizaron como si fuera a llorar en cualquier momento, era víctima de un deseo que no quería experimentar; una necesidad espantosa de tenerla para siempre, de sentirse querido entre sus brazos y de agradecerle por su mirada llena de afecto.
—T-tú eres el hombre...— miro hacia otro lado avergonzada, ella tenía claro lo que quería que ocurriera —No me hagas decirlo.
Kazutora volvió a besarla y con la misma torpeza, ambos se quitaron la ropa debajo de las sábanas, todo estaba obscuro y apenas podían mirar la silueta del otro entre los reflejos de luz emitidos por la ventana. Yuri se estremeció al sentir los labios del bicolor descender por su cuello hasta llegar a su pecho, emitió un gemido leve que silenció con sus manos sobre su boca, no quería pensar que sucedería si alguien los escuchaba... lo que él hacía se sentía extrañamente bien y esas sensaciones nuevas la asustaban pero ir de la mano de Kazutora la hizo sentir feliz y ansiosa al mismo tiempo.
