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La campana que daba por finalizado el día de escuela no se hizo esperar, haciendo que todo aquel estudiante de esa escuela se apresurara a guardar sus materiales y correr hacia la salida, tal cual reos a la hora de la fuga. Tan raro y emocionante.

Pero por alguna razón Manuel no cargaba con esa misma energía ese día, se sentía agotado y fatigado por todo el estrés que cargaba desde la mañana, lo cual era entendible en cierto punto, todo el mes sin descansar a su cerebro por la cantidad de tareas pendientes y unos que otros problemas personales, sumándole que se acercaba la fecha de su próximo celo, en un adolescente de 17 años no era para menos. ¿Y lo peor?, por más que se esforzaba por ponerse al corriente con biología no lo lograba, por alguna razón Manuel pensaba que el profesor amaba molestarlo dejandole mucha tarea y presionandolo a terminar la que debía.

"¿Hasta cuando ese viejo va a superar lo que pasó entre su sobrina y yo?".— Se preguntaba cada vez que aquella sonrisa que ponía el profesor Osbaldo cuando le dejaba un trabajo extra para "recuperar puntos", aparecía.

¡A quien engañaba ese profesor!, A todo trabajo de Manuel le encontraba un error.

—¿Ya nos vamos? —. Preguntó Valentin, interrumpiendo los pensamientos de Manuel.

—Si si, deja guardo esto. — Dijo apurado, terminando de acomodar su libreta de calculo para luego cerrar el ciper de su mochila.

—Bien, ahora si. Vamonos de aquí, ya no aguanto un segundo más en esta carcel —. Dramátizo el de ojos azules caminando rápidamente hacia la salida junto con Manuel. — Oye, ¿Y vos estás bien?

—¿A qué viene esa pregunta?. — Preguntó el castaño acomodando su mochila en su hombro.

—¿Qué más va a ser?, estas muy serio Manu, y no me refiero al serio normal, sino, decaído, ¿es por ese chico?

Manuel suspiró.

—No Valen, no es por eso. Solo estoy cansado, es todo, ¿De verdad tengo que ir con ustedes?

—Pues la razón principal de la salida era para que te relajes, pero si te sentís más cómodo quedándote en casa a descansar no hay problema Manu, yo si tengo que ir porque ya alborote a todos. —río .— Pero eso sí, si llegas a cambiar de opinión al rato nos avisas y pasamos por vos o llegas. Igual ya sabes donde es.

—Lo tendré en cuenta, gracias. — Y por primera vez en ese día Manuel sonrío.

 — Y por primera vez en ese día Manuel sonrío

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—Tarde Vainstein. — Fue lo primero que Manuel escuchó recién y puso un pie en aquel salón.

El profesor de biología no tuvo que verlo cuando ya tenía una media sonrisa en su rostro, apuntando algo en su lista.

¿Sonrisa?, si. Por que cuando Manuel pensaba que aquel profesor tenía algo contra él, era verdad. Era notorio el cuanto disfrutaba hacer sufrir a Manuel con solo ver aquella sonrisa.

Aquella "rivalidad" entre alumno-profesor inició hace casi un año y medio. Cuando cometió uno de los peores errores de su vida.

Meterse con la única y favorita sobrina de su profesor.

Ese día Manuel estaba pasado de copas y no sabía lo que hacía, así que cuando aquella omega rubia de vestido rojo corto y aroma muy dulce se le acercó y se le insinuó, el cuerpo de Manuel no se pudo contener. Haciéndole caso a sus más bajos instintos se terminó llevando a aquella joven a una de las habitaciones de la casa de su amigo, quien era el organizador de la fiesta, y pasó.

Al día siguiente Manuel despertó con un fuerte dolor de cabeza y con un cuerpo desnudo a lado.

Al final y con un poco de incomodidad le dijo a la chica lo que había pasado con él y los efectos del alcohol en su sistema. Casi de inmediato de confesarle eso, la chica le reclamo y se fue no sin antes darle una bofetada y prometiendole que se arrepentiría de lo que había hecho.

Un año y medio de ese suceso, Manuel aún se lamentaba por lo que había pasado entre él y ella.

En la actualidad la chica se había convertido en la líder de las perritas del equipo de fútbol de la escuela y las pocas veces que se habían encontrado, esta aún le dedicaba una mala mirada.

—No volverá a suceder profesor. — Respondió automáticamente tal cual una máquina por las tantas veces que lo había dicho.

—Dígale eso a alguien que le crea señor Vainstein, ahora apresurese a tomar su asiento para que no siga interrumpiendo mi clase.

Luchando internamente para no rodar los ojos frente al profesor y evitarse más problemas, Manuel hizo lo pedido, suspirando pesadamente cuando dejó caer su cuerpo en su asiento.

No cabía duda que esa sería una larga clase.

Vaya manera de iniciar el día. ¿Acaso podía pasarle algo peor?

—Vainstein. — La voz del profesor interrumpio sus pensamientos. Manuel lo miró confundido, "¿Qué hice ahora". Se preguntó mentalmente. — Lo llaman en dirección.

Incrédulo por aquella información no dudo en guardar sus cosas y dirigirse al lugar indicado. Cualquier lugar era mejor que esa clase. Se decía.

Cuando Manuel llegó frente a esa puerta, la cual se encontraba entre abierta, pudo notar como la voz de su profesor se mezclaba con otra un poco más grave, dando a notar que estaba teniendo una entretenida conversación con alguien, pero, ¿Con quién?

No queriendo quedarse un minuto más esperando afuera, Manuel se animo a tocar la puerta, provocando que esta producirera un sonido chillón cuando se abrió más, revelando la identidad de la otra persona.

No podía ser...

—Señor Vainstein, que bueno que ya esta aquí, adelante. — La sonrisa del director no se hizo esperar, poniéndose de pie esperando a que Manuel tomase asiento.

—Si, el profesor Osbaldo me dijo que me mandó a llamar, pero aún no se por que, ¿hice algo malo? —. Fue la primera pregunta que se le vino a la mente.

El director de apariencia cansada y cabello un poco canoso soltó una risa por la pregunta de su alumno.

El chico que hasta el momento había permanecido quieto y en silencio soltó una risa silenciosa provocando que sus ojos café brillarán y se achinaran hasta casi convertise en medias lunas mientras que las pequeñas bolsitas bajo sus ojos resaltaron.

Pero cuando este noto la mirada de aquel castaño sobre el dejo de reír y bajo la mirada nervioso mientras un ligero rubor se iba expandiendo en sus mejillas.

Los labios rosados de Manuel se entre abrieron por esa escena.

Él era, él chico lucia...

—Lindo. — Susurró por lo bajo esperando a que nadie lo escuchara, pero el rubor que permanecía aún intacto sobre las mejillas de aquel chico de cabello rizado se intensificó provocandole una pequeña sonrisa al castaño.

Muy lindo. — Se decía así mismo, y su lobo estaba más que deacuerdo.

 — Se decía así mismo, y su lobo estaba más que deacuerdo

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Espero que les guste. ❣

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