14. JIMIN

469 99 38
                                    

Por varios días, Jimin frotó en una suave nube de duda y esperanza.

Había un sentimiento de calidez que se extendió desde su corazón cubriendo todo su cuerpo. Sin embargo, la voz de su cabeza había comenzado a hablar, recitando todo lo que podría salir mal en su nueva relación amorosa.

Las cosas no cambiaron de inmediato, Jungkook seguía dándole flores, con la nueva adición de una pequeña nota con poemas, Jimin guardaba cada una de ellas en el interior de un cajón de su escritorio para verlas cuando pensaba que se estaba creando escenarios en su cabeza y nada era real. Pero no, las notas siempre estaban ahí, guardadas celosamente para que nadie además de él pudiera verlas.

Jungkook, oh, Jungkook, cada vez que Jimin lo veía llegar su corazón se detenía. Estaba jugando un juego peligroso porque Jimin jamás sería lo que Jungkook necesitaba, pero quería aferrarse a él solo un poco más, quería ser bañado en su amor y tomar todo lo que pudiera.

Ese día después de una larga jornada lo único que quería hacer era dormir en su cama y no despertar hasta la mañana siguiente, había subestimado el trabajar con niños, ellos tenían tanta energía que drenaban todo de Jimin dejándolo súbitamente cansado, se sentía un anciano.

A su estresante trabajo podía agregársele una preocupación más, el idiota de su hermano, algo pasaba con él, Jimin lo sabía. Cuanto más pensaba, reformulaba o consideraba la situación, se volvía más paranoico al respecto. Quería quejarse del mocoso malcriado, golpearlo y maldecirlo, en casos más extremos quería llorar por él, rezar por él.

Jihyun, por supuesto, lo ignoraba apenas dedicándole una mirada, pero sus ojos caídos y sus ojeras le decían que no la estaba pasando bien. No tenía que preocuparse por él, ya no, como Jihyun no quería que hiciera, pero seguía siendo su hermano y se preocupaba, aunque a él no le gustara.

—¿Qué paso contigo? —lo interceptó en la salida agarrándolo del brazo, su hermano tenía el rostro cansado y ojeroso. Jihyun se zafó de su agarre.

—Nada que sea de tu incumbencia —farfulló entre dientes alisándose su espantoso traje.

Jimin trató de tranquilizarse y no maldecir al cielo ante su actitud. Vamos, solo quería entablar una conversación aquí, Jihyun era un idiota.

— Jihyun, solo quiero hablar —se quejó, pero no tuvo ningún resultado en su odioso hermano.

Empezaba a creer que nunca volvería a tener una relación sino amorosa, cordial.

—Yo no quiero hacerlo, déjame en paz —objetó con dureza.

—Eses un bastardo —Jihyun arqueó una ceja sin verse afectado.

—Gracias por decir lo evidente, idiota narcisista.

Jimin respiró hondo, para no golpear a su hermano a mitad del pasillo.

—Solo quiero saber que estás bien —dijo con cansancio.

Los ojos grises de su hermano se encontraron con los suyos, había sospecha, resignación y aún más profundo había dolor, tanto dolor que Jimin sintió ahogarse.

—Oh, es así... —susurró—. Ay Jimin, cuando aprenderás que nunca se trata de lo que dices, es sobre lo que haces, lo que importa aquí. Tengo que irme.

Jimin se quedó parado. No pudo evitar preguntarse si las esperanzas, los sueños y las idea de salvar la vida de Jihyun, palidecían en comparación con la idea de ser libre.

Se despejó el dolor de su hermano, fingió una sonrisa como si no le importara que alguien a quien quería estuviera sufriendo y se echó a caminar. Como de costumbre, cuando salió de sus clases, Jungkook estaba esperando en la acera. Se veía tan bien vestido, todo de negro, con detalles morados y con su cabello castaño revuelto.

Florecer | KOOKMIN |Where stories live. Discover now