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POV: Moon Byul-Yi

Tokyo, Japón

Un rayo de luz en los ojos me sacó del sueño profundo. Mientras intentaba despabilarme, me di cuenta de que el dormitorio estaba más iluminado de lo usual. Agarré el celular preocupada, preguntándome por qué no había sonado la alarma, y claro: en ningún momento lo había puesto a cargar. Encendí el televisor para saber la hora y me di con que eran las ocho de la mañana. Me había quedado dormida. Nunca me quedaba dormida.

Mi tren salía a las diez y tenía que pasar antes por casa de Krystal para desayunar, despedirme y recoger las cosas que había dejado en su departamento. Me levanté, abrí la ducha y, mientras calentaba el agua, improvisé una mochila con un par de prendas abrigadas.

Veinte minutos después estaba saliendo. Krystal no me contestaba las llamadas, señal de que estaba enojada. En cambio, me mandó un mensaje diciéndome que había dejado mi cargador y mis archivos en la portería de su edificio y que ella ya estaba camino a la pega. Intenté con un par de emoticones cariñosos, pero no hubo respuesta. Sería largo.

Casi bordeando la hora llegué a Estación Central y logré embarcarme. El tren iba lleno, pero aun así mantenía cierta tranquilidad. Mi computadora continuaba sin batería y no tenía dónde cargarla, así que tendría que pasar por algún mall en Fukuoka para comprar un cargador y terminar la presentación allí.

Todo salió aun mejor de lo planificado en la charla. Uno de los otros charlistas se había demorado y el  programa estaba atrasado, lo que me dió una hora extra para cerrar mi presentación. Pedí ser la última y disfruté hacer el cierre. La gente lo pasó bien, se rió, hizo varias preguntas y hasta algunos me pidieron tomarme una foto con ellos.

El día se fue como agua, y de repente ya estaba en el tren de nuevo. Me dolía el cuerpo y tenía la cabeza agotada. A diferencia del de la mañana, el vagón de la noche iba casi vacío; me acomodé en una fila de tres asientos y levanté los pies hasta quedar echada. Coloqué mi mochila como almohada y me puse los audífonos para escuchar un mensaje de voz que me había mandado Hikaru, mi sobrina de cuatro años.

-Suerte en tu charla, Luna, te amo mucho, tráeme regalitos -decía su voz suavecita y adorable.

Le costaba pronunciar algunas palabras todavía, pero estaba cada día más linda e inteligente. Busqué en mi mochila para asegurarme de haber traído la pulserita de cuentas que le había comprado. El celular se encendió con una notificación de Twitter. Tenía un mensaje privado.

-Tú te tomaste en serio lo de "Para hacer bien el amor hay que venir al sur".

Me reí, y recordé que las cosas habían quedado en cierto suspenso entre Solar y yo el día anterior. No me haría mal un poco de compañía durante el viaje.

-Acuérdate que lo importante es que lo hagas con quien quieras tú.

-Eso me sonó a pregunta.

-Puede que sepa la respuesta.

-Atorrante.

-Descarada

-Hola:)

-Hola:)

-¿Cómo te fue hoy?

-Increíble.

-Cuéntame más.

Y le conté todo con detalles, incluso le dije que me había sentido como una estrella de rock al terminar la ponencia. Me contó que ella practicaba con regularidad sus discursos de aceptación de premios en la ducha, así que no podía juzgarme.

-Creo que he encontrado la canción perfecta como soundtrack de tu viaje. Se llama Let's take a trip together, de Morphine.

No se me escapó lo sugerente del título. Hice click en el link y me encontré con una melodía de sonido oscuro, íntimo, indefinido. Bien podría describir lo que me pasaba con Solar de la misma manera.

Le respondí sugiriéndole otra: I feel you, de Depeche Mode. Luego de enviarle el mensaje recordé una parte de la letra: «This is the dawning of our love». Durante el resto del viaje -y mientras la señal lo permitió- intercambiamos varias canciones, y debajo de esas canciones, ciertas indirectas.

Había una chica como de unos veinticuatro años que estaba tres filas más adelante y era la única otra persona en el vagón aparte de mí. Imaginé qué pasaría si fuese Sun la que estuviera sentada ahí, moviéndose con el bamboleo del vagón, echándose el pelo a un lado con una mano y usando esa sonrisa confabuladora de la foto que me había mandado.

Era la una de la madrugada cuando llegué a Tokyo. Tomé un taxi afuera de la estación, y mientras el auto atravesaba la ciudad a toda velocidad, pude disfrutar de las calles vacías y húmedas por la llovizna. Algunas ventanas permanecían encendidas, pero predominaba, la oscuridad. Era una ciudad a la que le sobraban autos y cemento, pero le quedaban hermosas la noche y la calma.

Solar seguía online cuando llegué a mi casa.

-Tal vez algún día seamos tan ridículamente famosas que terminemos encontrándonos en alguna parte del mundo.

-¿A qué te refieres?

-O sea, está claro que no vamos a cruzarnos mañana en la calle. Tal vez la manera en la que vamos a conocernos en persona será que nuestra fama nos reúna en algún lado.

-¿Como en el vestíbulo de un hotel donde las dos vayamos a dar una conferencia?

-Exacto. O puede que en la sesión de fotos de la gente más influyente de Asia.

- Claro: tú, yo, JYP y IU.

-¡Hey! Yo compraría esa revista.

Estuvimos un buen rato divirtiéndonos con los posibles escenarios en los que nos moveríamos en un futuro, sueños tontos, alocados, sobredimensionados. De pronto me di cuenta de que había extrañado sentirme así, desbloqueada. Tokyo se había convertido en una caja esos últimos años, el techo estaba claro y yo me acercaba peligrosamente a él.

Alguna vez lo habíamos conversado con Krystal, pero nuestras sensaciones eran distintas: ella estaba tranquila y feliz, satisfecha de haberse movido exitosamente a Tokyo desde su Hokkaido natal, pese a que no era fan de los cambios radicales. Y aspiraba a tener el suficiente tiempo libre para volver a pintar. Por otro lado, trabajando en la banca, le convenía mantenerse estable y escalar en una misma organización. Yo no. Yo estaba de paso. Yo quería más.

Sun me pidió que le contara sobre la revista en la que estaba trabajando. Le expliqué los detalles del proyecto y que mi objetivo era crear algo que se sintiera simple y tuviera mucho humor detrás. Le pareció genial.

-Dado escribí un par de notas para el boletín del que colegio, me siento calificada para hacerte una sugerencia.

-Por supuesto.

-Creo que sería divertido que algunas noticias fueran contadas con textos híbridos, es decir, usando dos tópicos que la gente usualmente no juntaría.

- Explícate.

-Por ejemplo, «La economía japonesa, según canciones de Ariana Grande» o «La estructura política de Asia, explicada según la Mona Lisa».

-¡El museo del Louvre se lo quedaría!

-El museo del Louvre se lo quedaría, obviamente... - escribió ella al mismo tiempo.

-Jajaja. ¡Click!

Era la segunda vez que nos pasaba.

-Tu idea es un poco loca, pero me gusta - le dije.

-¿En serio? Porque hoy me tomé cuatro cafés y estaba preparada para culpar a la cafeína ante cualquier eventualidad.

El resto de la conversación nos pasamos pimponeando sobre lo mismo, y logré sacar varias ideas valiosas para la revista. Me sugirió que se llamara como mi nombre de usuario de Twitter (Nada Queda Fuera) o algo por el estilo, un típico cliché de periodismo, de modo que el tono burlón quedase fijado desde el principio.

Me sorprendió con su idea, y también con que hubiese captado al vuelo el chiste en mi nombre de usuario. Está a punto de publicar un libro, después de todo, pensé.

Click [MoonSun] [Finalizada]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang