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POV: Kim Yongsun

Seúl, Corea del Sur.

Entrar a la Jeep negra de Sehun era como hacer un viaje en el tiempo: todo seguía igual que el día en que se la compró, hacía tres años, con la excepción de que el olor a nuevo había sido remplazado por toques de su colonia. Había una pequeña mancha de tinta en el asiento del copiloto, desde la vez que nos revolcamos ahí y sin querer yo rompí un la picero que estaba debajo de mí.

Si abriera la guantera, en contraría los papeles del auto, un conejo de peluche que le gustaba a su hermana menor y dos imágenes de la Virgen María que su mamá le había regalado y le daba pena botar. A veces pienso que sí existe tal cosa como conocer demasiado a alguien, para tu propio bien.

Nos dimos un beso en la mejilla y sonreímos ante la incomodidad de la situación; después de todo, la última vez que nos habíamos visto había sido en esa camioneta, la noche que me dejó en mi casa con la idea en el aire de volver a estar juntos, solo para desvanecerse por completo en los días siguientes.

-Estás guapa, Sunnie.

-Me gustaría decir lo mismo.

-Okay, okay, puedo resistir un par de insultos, ya que somos amigos ahora.

-Por el momento solo somos dos personas en un auto, buscando un lugar donde tomar un café. -aclaré, no tan cómoda con la etiqueta de amiga.

-Bueno, ya tengo ese lugar, pero es sorpresa...

-Si veo que te acercas al hotelito de cuarta al que te encantaba llevarme, voy a saltar del auto en movimiento, Sehun....

Se rió estruendosamente, lo que me hizo reír a mí también; su risa siempre me había resultado contagiosa. En la universidad, cuando decía alguna idiotez que terminaba en carcajada, los profesores eran incapaces de poner orden por que la risa se propagaba como una plaga, muchas veces contagiándolos a ellos también.

-Tranquila, no tengo nada más que buenas intenciones. -Volteó y me miró con un gesto angelical graciosamente fingido, y no pudimos evitar echarnos a reír de nuevo.

De repente, mi celular vibró en la cartera. Lo agarré de manera instintiva, aunque sabiendo que era un error estar tan pendiente. Miré la pantalla: era un mensaje de Puppy. Volví a sentir la sangre hirviéndome. No podía seguir haciendo el ridículo de esa manera, ya había sido suficiente. Apreté el botón de apagado y esperé hasta que la pantalla se tornó negra.

No más distracciones, me ordené.

La curiosidad comenzó a picarme a medida que avanzábamos; no recordaba ninguna cafetería conocida que quedara por donde estábamos yendo, pero a esas alturas, ¿A quién le importaba? La idea era pasarla bien y distraerse un poco. Entramos por una calle pequeña, llena de árboles, y nos estacionamos al frente de una puerta de metal que no parecía bien asegurada.

-¿No estamos un poco grandes para visitar casas abandonadas? - le pregunté, pero solo me sonrió y se bajó para abrirme la puerta.

Ahí estaba Sehun, el caballero, un personaje que no veía desde los primeros meses que fuimos enamorados.

Me bajé y lo seguí cuando atravesó la puerta. Prendió la luz y pude ver un salón amplio, empolvado, con unos cuantos muebles todavía envueltos en plástico; era el escenario de un lugar en construcción.

-Te presento a MARÍA -dijo.

-¿Tu amiga imaginaria?

-No, mi restaurante en proceso.

-¿Qué? Me tienes que estar jodiendo...

-No, por fin junté la plata, me uní con un amigo inversionista y decidimos sacarlo adelante -dijo, y yo pensé en la extraña coincidencia con el surfer de Tinder, pero no se la revelé.

Click [MoonSun] [Finalizada]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang