9. Apariencias.

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Finalmente, la fatídica noche de aquel par había concluido, contra cualquier pronóstico, en una sala de urgencias bastante solitaria en la que los dos acordaron mentir con respecto al estado del pelinegro, que sin duda llevaba en el cuerpo lesiones mucho más notorias que el golpazo que ella había recibido en la espalda. Aun cuando Shinichiro insistía en que una revisión preventiva junto con algo de analgésicos le vendría bien, Layla se oponía, si ella también presentaba alguna lesión la excusa se iría al caño.

A regañadientes, Layla aceptó decir que él había caído por las escaleras de su apartamento porque recordaba haber dejado las llaves en la motocicleta, así no tendrían que dar excusas sobre Wakasa y su repentino ataque de ira contra él. No le agradaba la idea, en lo más mínimo, dejar la situación pasar desapercibida no era lo mejor, pero estaba cansada de las peleas, no tendría una con él en ese momento.

Así que, tras una larga noche, volvieron al departamento, en el que ambos habían decidido dormir la mayor parte del día, levantándose únicamente para ordenar algo de comida rápida y ver la programación nocturna. Desde el día anterior ninguno de los dos había abierto la boca respecto no solo a la situación que había dejado malherido al chico, sino a todo, lo que había pasado esa tarde antes, durante y después de que la temperatura terminara elevándose.

Tras haber comido, Layla recogió la basura, la botó al cesto para enseguida volver bajo sus pasos con rumbo al cuarto de baño, del cual extrajo el botiquín en el que se encontraban las cosas necesarias para limpiar los dos puntos de sutura que habían tenido que hacerle sobre la ceja debido a los golpes. Por otro lado su nariz parecía estar mejor, no había pasado de un par de golpes que lo hicieron sangrar.

Con el pequeño recipiente de agua en mano, la castaña se sentó a horcajadas sobre su regazo. El acercamiento hizo que sus ojos azabaches se abriesen de par en par, sorprendido ante el contacto. Recién terminaba la cena, y antes de eso tenía la cabeza recargada sobre el respaldo del sofá, mismo donde sus brazos descansaban extendidos. Había dicho que no sentía mucho dolor después de despertar, aunque era lo contrario, todo su cuerpo había sido magullado por los puñetazos de su amigo, incluso parecía ser que el remordimiento que el muchacho sentía hacia él aumentó la potencia de los golpes, puesto que antes, ni en sus peores derrotas, había sentido un dolor tan vívido.

Con la mirada fija en el cuerpo sobre él, entreabrió la boca para intentar decir algo, siendo interrumpido.

— No te muevas — pronunció casi en un susurro.

Acercó un algodón empapado con agua que al entrar en contacto con la herida le causo dolor. Una mueca se formó en su rostro.

— Ah, ah, espera — su lengua siseó — me duele.

Ella sonrió burlona — ¿El gran Shinichiro Sano, líder de los black dragons tiene dolor por una abertura en la ceja?

— Hey, que dura

Cerró los ojos, estando más tranquilo. Desde que se habían despertado Layla se portaba sin duda más taciturna que de costumbre, a penas había dicho un par de palabras que no fueran "¿quieres una hamburguesa?" o "préstame tus llaves para bajar por la comida". Temía que estuviera fastidiada debido a que no había querido admitir frente al personal del hospital la pelea que había tenido.

Ninguno de los dos habló mientras la muchacha limpiaba con delicadeza la zona lastimada en su rostro, hasta que en un momento, la verdad terminó por salir a la luz.

— ... nunca lo había visto así de enojado.

Shinichiro arqueó una ceja — ¿A qué te refieres?

Suspiró mientras se ajustaba las gafas sobre el puente de la nariz.

— Ah... — dejó el algodón empapado a un lado sobre el sillón, sin moverse de sitio — bueno, Waka es... especial.

𝙔𝙤𝙪𝙧𝙨, 𝙩𝙧𝙪𝙡𝙮 • 𝙎𝙝𝙞𝙣𝙞𝙘𝙝𝙞𝙧𝙤 𝙎𝙖𝙣𝙤Where stories live. Discover now