EPÍLOGO

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-"¿QUÉ SERÁ DE MÍ?"- 2da Parte

-Albert, se encontraba sentado en el pasto del Central Park de Nueva York, recordándola a ella, no pasaba un día, en que añorará su presencia, también  recordaba a sus amigos, y se preguntaba si lo miraban de vez en cuándo.

Un día  cómo hoy se cumplía 20 años,

Su amado hijo en la carne, pero su hermano y mejor amigo en él espíritu estudiaba la Universidad, ayudaba  a realizar labor social, y regularmente hablaba a grandes masas sobre él poder del Amor, la Paciencia, la fortaleza del espíritu la ayuda desinteresada que deberíamos tener para poder avanzar, tambien tenía  charlas sobre el respeto a los animales que consideraba hermanos menores, y que todos podíamos ayudar a restablecer el orden en la tierra.

Resaltaba que la humanidad debía actuar correctamente, para evitar caer en los errores pasados.

Albert, mientras lo observaba y escuchaba con detenimiento recordó a una dulce niña pecosa, a la qué le daba clases de biología, que una tarde al tratar de atrapar un pajarito, trepó un árbol, la ramas estaban secas y se rompió, ella se había caído  y se encontraba lastimada, lloraba inconsolablemente, él ayudo a levantarla en sus brazos y se dirigió a enfermería, la observó, ¡Si!, era ella; y le dijó -¡Deja de llorar por favor, pecosa!, ¿acaso no sabes qué eres mucho más linda, cuando ríes ¿qué cuando lloras?, acto seguido la jovencita paró  de llorar y lo abrazo.

A esa niña la había observado por vez primera en la escuela de su hijo, sólo se llevaban dos años de diferencia, en pocas palabras, esa rubia ahora tendría 18 años, y sonrió, recordó qué la joven, había cambiado de residencia junto a sus padres, pues les decía qué se casaría con su Príncipe él Señor Albert, los padres de la rubia, un tanto apenados por la situación la cambiaron a otro instituto, fue cuándo por un tiempo, no volvió a verla ni a saber de ella, sabía él con seguridad guiándose por él corazón qué cuando tuviera la edad ideal, volverían a encontrarse en algún lugar del mundo.

De pronto una joven, con cabello rizado y su rostro cubierto de Pecas, cortaba una flor de Diente de León, y sopló y sus pétalos secos se dirigieron hacia Albert, qué volteó al sentir una mirada llena de Amor sobre él, y sí era ella.

Ella corrió a su encuentro lo abrazo con mucho cariño él le correspondió aquel abrazó  con lágrimas en los ojos ambos se sentaron en el pasto y entrelazaron sus manos, ella le sonrió y le comentó:

-¡Mucho gusto, soy Candy!, La Eterna Novía del ser inmortal, no importa cuantas vidas pasen yo te seguiré amando todas mis vidas, y en todas ellas regresaré por ti.

Un joven a lo lejos los observaba sonriendo, diciendo para sí, Albert, apartir de ahora, ya no estarás solo, pues mi momento ha llegado.

-Mientras tanto Albert tomaba el rostro de Candy y acercándolo con ambas manos, depósito un dulce beso en los labios y le dijo al oído:
-¡Te extrañé tanto mi amor!.

Fin.

-"¿QUÉ SERÁ DE MÍ?"- (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora