Capitulo II

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Ambos jóvenes bajaron y esperaron a que llegara el auto. La pelirosa solo miraba el piso e ignoraba la mirada del albino, aún que le parecía extraño que el siguierá agarrando su mano.

Mikey no se había dado cuenta de ello, hasta que reaccionó y vio la incómodes de la joven, soltó delicadamente la mano de ella y se rascó la nuca, que momento vergonzoso penso.

El ruido del auto se escuchó, ambos voltearon a ver, Mikey solo dijo — Te tardaste, koko—Para después abrir la puerta y decirle a la pelirosa que pasará primero. Ella dudo un poco y se miro, estaba sucia y no quería ensuciar ese auto de lujo, Mikey noto eso y dijo —No te preocupes si lo manchas, este auto siempre está manchado — le dio su mano y ella aceptó, se subió al auto y después Mikey.

El joven que conducida el auto, solo miro sorprendido por la amabilidad de su jefe, para después dedicarle una mirada por el retrovisor a esa chica. Pudo ver la sangre brotada en todo su cuerpo, se veía bien aún que se le hacía familiar o se parecía a un idiota.

Solo negó con la cabeza y no dijo nada, solo miraba algunas veces en el retrovisor y ver cómo su jefe la miraba y ella solo volteaba a otro lado. Le parecía gracioso esa escena y solo sonrió.

Llegaron a una mansión lujosa, grande y bonita. La pelirosa miro sorprendida no sabía nada de ellos, y sin embargo ella había ido sin importarle las circunstancias. Dudo un momento y las inseguridades entraban a su mente.

" Ellos también fueron amables y ve, te hicieron mierda "
" Hola, hola Sakura-chan, sabes que jamás te haría daño "
" Tu inocencia es tan pura y eso te hace débil "

La pelirosa alzó sus manos y las puso en su cabeza tratando de silenciar las voces que escuchaba. Ella trataba de no llorar y evitar pasar vergüenza.

Tanto el joven que conducida y Mikey vieron el comportamiento de esa chica, se sorprendieron cuando la chica vio la mansión es como si ella le temiera, pero lo que más notaron fue que parecía querer llorar sin embargo se aguantaba.

Mikey suspiro, esto iba hacer algo tardío sabía y entendía a las mujeres, especialmente porque Emma le contaba todos sus sentires y la forma en la que trataba de aguantarse las ganas de llorar, sabía gracias a ella.

"¡¡Mikeeey!!, Quiero llorar"

Mikey tocó el hombro de la pelirosa y está se calmo, no dijeron nada se quedaron en un silencio incómodo. Pero para la mala suerte de la pelirosa las emociones de todo hicieron que se desmayara.

Lo último que dijo fue —Por favor, ayudame...—Cayó en las piernas del albino quien solo miro el bello rostro de esa chica.

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