03

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Joaquin:

El aroma picante del pan de ajo los recibió en la puerta principal de la modesta casa de ladrillo de un piso.

Joaquín entró detrás de Emilio, aprovechando la oportunidad para admirar la forma en que sus jeans abrazaban su firme y bien redondeado trasero. Una vez dentro, Corey rápidamente llamó su atención agarrando su mano y tirándolo por el pasillo.

—¡Mamaaaaaaá! —Gritó haciendo que Joaquin se estremeciera—. Joaquin está aquí. Le estoy mostrando mi habitación.
Joaquín admiraba los trofeos y premios escolares mientras ansiaba llegar a la cocina. No estaba muy seguro de la sexualidad de Emilio, pero juraría que sentía los ojos del otro hombre sobre él.
—¿Tu tío está casado, Corey? —Trató de ser casual y esperaba que el niño no captara su intenso interés.
—No, él vive solo —Corey levantó una pelota de béisbol maltrecha—. Mira, este es mi primer jonrón. Fue en t-ball y Terry dice que no cuenta, pero un jonrón es un jonrón. ¿Verdad?
Joaquin se rio entre dientes.
—Puedes apostarlo, campeón. Cada jonrón cuenta.
Una amplia sonrisa dividió el rostro del joven mientras levantaba el puño en el aire.
—Lo sabía.
—Corey, la cena está lista —La voz femenina hizo girar la cabeza del niño y salió corriendo de la habitación.

Joaquín lo siguió más lentamente, tomándose el tiempo para examinar las fotos que se alineaban en el pasillo.

Varias contenían un Emilio sonriente, las que Joaquin inspeccionó de cerca.

Cuando entró a la cocina, los niños se sentaron juntos en un lado de la mesa, amontonando platos de espagueti frente a ellos. El pan de ajo que había olido tan pronto como había entrado en la casa llenó el cuenco de cerámica blanca en el centro de la mesa.

—Hola, soy Denise, la madre de Corey. Bienvenido a nuestra pequeña casa, espero que te gusten los espaguetis —La pequeña mujer que estaba detrás de los niños tenía los mismos ojos marrón chocolate y cabello rubio oscuro que Emilio.
—Me encantan los espaguetis, y gracias por invitarme con tan poco tiempo.
Hizo un gesto hacia la mesa.
—Puedes sentarte junto a Emilio, no te quería en el camino de la comida voladora. Los niños todavía están trabajando en sus modales en la mesa —Rodeó la mesa y se sentó en la cabecera.

El tintineo de los cubiertos sobre la cerámica se elevó a su alrededor llenando el silencio.

—Así que felicitaciones, Joaquin, ganaste el juego hoy —La voz brillante de Denise rompió el silencio mientras los niños comían sus espaguetis.
Consciente de los jóvenes oídos impresionables, se encogió de hombros y sonrió: —Sí, bueno, el equipo ganó.

Esa fue toda la apertura que Corey necesitaba. Saltando en su asiento, obsequió a su madre con un resumen de jugada por jugada del juego, deteniéndose sólo el tiempo suficiente para masticar apresuradamente.

Cuando volvió a caer en su asiento, repitiendo dramáticamente cómo atrapó el jonrón, Anna Kate los lanzó a todos al caos.

—Al tito Emilio le gustan los chicos —Miró expectante a Joaquin, sus pequeños ojos muy abiertos y salsa de espagueti decorando sus mejillas.
A su lado, Emilio se atragantó con el pan y tomó su bebida.
—¡Anna Kate!
La niña volvió esos mismos ojos abiertos hacia su madre.
—¿Qué, mami? Corey dijo que a Joaquin le gustan los chicos y al tito Emilio le gustan los chicos. Podían jugar juntos.

Joaquin sonrió y le guiñó un ojo a la niña.

—Suena como una idea fabulosa. ¿Cuándo crees que deberíamos organizar nuestra cita para jugar? —La niña se mordió el labio pensando seriamente.
—Siempre juego con mis amigos los sábados —hizo una pausa, con la mirada clavada en él—, pero, al tito Emilio no le gusta el béisbol, así que tienen que jugar a algo diferente.

El gran espectáculo || Emiliaco M-pregWhere stories live. Discover now