Epílogo

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Para Emilio era como si hubiese muerto y hubiese despertado en un cielo completamente rosa. Miró alrededor de la habitación con globos rosas, flores rosas y ropa rosa desparramada por el suelo. La habitación de hospital había vomitado rosa.

Fue un día agotador con gente entrando y saliendo de la habitación de Joaquin. Denise, Corey y Anna Kate, su padre, la familia de Joaquin.

Ahora que todos los visitantes se habían ido, Joaquin fue capaz de echarse una siesta. Y papi conseguía un tiempo a solas con sus niñas, una en cada brazo, durmiendo como los bebés que eran. Maggie a la izquierda y Honey a la derecha.

Maggie abrió los ojos repentinamente y comenzó a llorar. Emilio ya podía ver la diferencia en sus personalidades. Maggie se parecía más a Joaquin, no le gustaba dormir, no quería perderse ninguna emoción.

Honey se parecía más a él, calmada y una dormilona. Ya había probado ser un padre sobreprotector. Ni siquiera habían salido del cuerpo de Joaquin y Emilio ya las estaba cuidando.

Más noche, Emilio se quedó mirando la cabeza de cabello rubio que se acurrucaba contra su pecho desnudo, preguntándose una vez más cómo se las arregló para ayudar a crear dos niñas preciosas. Un suave sonido a su lado lo hizo mirar a los ojos de Joaquin con su otra bebé en el lecho.

—Ellas son simplemente perfectas.
Joaquin sonrió.
—Por supuesto que ellas lo son. Mira quiénes son sus padres.
Emilio se rió y descubrió que no quería parar.
—Hiciste la parte difícil.
La mano de Joaquin tocó la suya donde estaba acunando el trasero de su hija debajo de la manta.
—Podrás hacer mucho ahora que ellas están fuera.
Un calor se extendió por el pecho de Emilio y sobre su abdomen.
—Creo que ella solo me hizo pis.
Joaquin resopló.
—Ah, las alegrías de la piel con piel —Miró a la única enfermera que todavía estaba en la habitación —¿Podemos limpiar a papi? Su pequeña princesa lo acaba de bautizar.

La enfermera sonrió, reuniendo suministros en sus brazos y acercándose para ayudar a Emilio y con su nuevo bebé. Ninguno de los dos estaba completamente seguro de lo que estaban haciendo.

Limpio, Emilio vio como Joaquin hacía contacto directo piel con piel.

Nunca planeó sentir eso que causaba que su corazón se hinchara y se contrajera de esta manera. Nunca planeó enamorarse de Joaquin, amar a este hombre y saber amar a sus hijas más allá de las palabras. Cuando su corazón se llenó de amores, sus ojos se llenaron de lágrimas. Este era el amor que nunca había creído encontrar.


[...]

Tres años después

Dios, Emilio amaba a su familia. Y estaba seguro de que no sabía lo que había hecho para merecerlos a ellos o a esta vida.

Sonrió a Honey, y ella lo miró con su cabeza llena de rizos rubio fresa, sus grandes ojos verdes del mismo color que los de Joaquin. Se puso de pie, el vestido de fiesta del té que llevaba puesto al azar de modo que el brazo colgaba sobre su hombro. Vino corriendo hacia Emilio, que la alcanzó enseguida, besándola en la frente.

—¿Eres la niña de papá?—Le tiró debajo de la barbilla y ella sonrió, sus pequeños ojos se iluminaron.
—Papi, para—se rió con su vocecita.
Besó a Honey en la frente y empezó a escucharla hablar de qué tipo de galletas quería para su próxima fiesta del té.
—Nena, compraré todo el pasillo de galletas en la tienda si es lo que quieres.
—¿Qué es un pasillo?

Emilio se rió entre dientes mientras la dejaba en el suelo, se quedó atrás y vió como corría hacia su pequeña mesa rosa y blanca, sus muñecas y osos de peluche situados a su alrededor con tazas de té de plástico en miniatura delante de ellos.

El gran espectáculo || Emiliaco M-pregWhere stories live. Discover now