Cap. 13: Déjame amarte.

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Dos meses con exactitud habían pasado.

La ausencia de cierto detective fue notoria para todo Londres, pues no había más noticias publicadas en el periódico anunciando que había resuelto un extraordinario caso.
Tampoco en el blogg del reconocido doctor Watson había actualizaciones. Los fans de la pareja del misterio se encontraban desesperados por no saber nada de sus ídolos.

Algunos iban al departamento de la calle Baker para ver Sherlock Holmes en persona, pero la casera del edificio tenía que decirles que no se encontraba disponible, y en casos extremos, llamar a la policía para que se retiraran.

Mycroft Holmes, cansado de la actitud de su hermano, tuvo que abrir un espacio en su ajustada agenda para ir a verlo. Y no solo por la petición de sus padres, sino también por preocupación suya como hermano mayor. — Creo que está en su cuarto...— Comento Hudson, subiendo las escaleras junto al hombre de gobierno. — Lleva ya un mes sin querer comer nada, dice que puede vivir del tabaco y café.

El mayor de los Holmes miró con disgusto el departamento, estaba hecho un asco: Libros por dónde sea, recortes de periódico, fotos de personas, platos de comida abandonados en el lavaplatos, tazas con medio té o café a tomar. — Gracias por dejarme pasar, ya puede retirarse.

— ¿Crees poder solo con él?—

— He lidiado con él durante 35 años, obviamente puedo solo, señora Hudson. — Acomodo mejor su corbata y comenzó a examinar el lugar.

— Bueno, cualquier cosa hay unas esposas en el cajón de la cocina. — Musitó para después retirarse.

Holmes sonrió falsamente, volviendo a su natural gesto de prepotencia cuando estuvo solo. Suspiro con desagrado y caminó hacia las escaleras que daban a la segunda planta, abrió la puerta de la habitación que suponía pertenecía a John y se topo con una imagen patética. — ¿Tan bajo has caído, hermanito?

— Largo...— Hablo adormilado, estando envuelto en una cobija que aún tenía el aroma del médico.

— Te has dejado tumbar por una persona promedio al mayor, eso es... Humillante para ti.—  Dijo, pasando a la habitación para comenzar a examinarla. Abrió las puertas del clóset y noto que había poca ropa del rubio, abrió cajones y noto que en ellos no había casi nada de prendas, solo había dejado las que no le importaban. — Por lo visto, a dejado aquí las cosas que no quiere...— Volteó a ver a su hermano con una sonrisa burlona. — Eso te incluye a ti.

— ¡Que te largues!— Le lanzo una almohada, cayendo a centímetros de los pies del pelirrojo.

El otro rodó los ojos, camino hasta él y le quitó las sábanas de encima con brusquedad. — Mírate, tan descuidado. Como si alguien cercano a ti se hubiera muerto. — Comento despectivo. — ¿Has considerado tomar una ducha? No te vendría mal.

— Ya, déjame en paz.— Se giro, dándole la espalda.

— Sherlock, escúchame bien.— Dijo, recargándose en su paraguas. — John no es indispensable en tu vida, él no te aporta gran cosa. ¿Te parece importante por el simple hecho de que te hace ver lo común de la vida? Desde cuándo tienes el deseo de vivir lo común.

— No vivo lo común con John, ninguno de los dos buscamos eso.—

Soltó una corta risa burlona. — ¡Vaya! Algo en común, que romántico.

— Deja de molestarme, ¡Ya! ¡Lárgate!—

— ¡Sherlock!— Exclamó ya molesto.— Deja de actuar como un maldito infante, quiero que te levantes de esa cama, tomes una ducha, limpies tu basurero y busques en tu correo casos. No puedo permitir que sigas así por una estúpida persona. ¿Desde cuándo sientes amor? ¿Qué sucedió con Irene? ¿No se supone que ella era todo para ti? Te recuerdo que la protegiste de la misma corona.

El trato de los 15 días. [Johnlock]Where stories live. Discover now