Donde Harry visita mucho la Lechuzería, Malfoy también y todo es culpa de Dunbar

18. 4 de Marzo, sábado: Una Esquirla de Skeeter

Esquirla: astilla o fragmento alargado y puntiagudo desprendido de un hueso fracturado, un vidrio, una piedra u otro material duro.

Sé que no tiene que ver con una cucharada pero es lo único con lo que me salía el juego de palabras con Skeeter, ¿vale?
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Si hubiera una palabra para describir la semana de Harry, tendría que ser tensa. Podría haber sido miserable, o triste también, pero era tensa la que se aplicaba a todo lo que le rodeaba.

Sus interacciones con sus amigos eran tensas. Podía decir que Hermione y Ron estaban tan perdidos como él.

Aquella noche, tras pasar el susto de las repentinas lágrimas de Harry, Ron había empezado a echar humo, su confusión había derivado en ira. Harry había sentido que él también se enfadaba, esperando el siguiente momento en que Ron escupiera su nombre de nuevo. Pero Hermione había estado allí, su presencia era una llamada al orden. Los había sentado y exigido que Harry les contara todo.

Y Harry se lo contó todo. Les contó que se sentía solo y amargado después de Halloween, las visitas a la lechucería y la extraña tregua que había iniciado con Draco, el día que rompió su silencio con un frasco de tinta. Les habló de las insignias y de las redacciones, del baile de Yule, de los regalos y del momento en que Malfoy se convirtió en Draco. Les habló de su pelea y de su resolución. No les habló del Baño de los Prefectos, de la suavidad de las manos de Draco y de la forma en que había susurrado su nombre; porque ese momento, a diferencia de la lechucería, quedó impoluto, para que Harry lo acunara contra su pecho y lo mantuviera alejado de todo.

Les habló de la lechucería, del cálido beso y del frío baño de realidad que siguió, en forma de Rita Skeeter.

Sus amigos habían hecho preguntas. Le habían preguntado por qué había roto su silencio en primer lugar. Por qué había seguido reuniéndose con él. Por qué les había mentido. Por qué enamorarse de Draco Malfoy.

Y Harry había intentado responder. Porque se sentía mal. Porque tenía curiosidad. Porque tenía miedo. Y porque cómo no iba a hacerlo.

Ron parecía haber comido algo desagradable. No estaba enfadado y definitivamente no estaba contento, sólo preocupado. Le había dicho a Harry que era un idiota y que debería estar enfadado con él. Pero se había quedado a su lado y había tratado de escuchar.

Hermione lo había mirado con tristeza en los ojos, que aumentaba con todo lo que él había dicho. Sus ojos habían brillado con una furia tranquila cuando él mencionó a Skeeter, y ella le había agarrado las manos y le había dicho: "Podemos arreglar esto".

Así que su relación con sus amigos era tensa, pero seguían estando ahí para él. Y Harry estaba agradecido por ello.

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El otro motivo de la tensa semana de Harry era Draco. El mundo no se había detenido, así que Hogwarts tampoco. Veía al rubio durante las comidas y las clases, pero parecía haber desaparecido de todos los demás lugares.

Harry sólo había ido una vez a la lechucería, pero estaba vacía. Las lechuzas le habían mirado, como si le reprocharan, y él les había devuelto la mirada por un momento antes de marcharse.

Durante las clases, se mantuvieron en sus respectivos grupos, como habían hecho los últimos años. La diferencia era que Draco no parecía reconocerlo de ninguna manera, y Harry pensó que incluso un insulto sería mejor que eso. Pociones era peor que Cuidado de Criaturas Mágicas, el encierro de las mazmorras hacía imposible no mirarlo Draco no había perdido su precisión, pero ya no sonreía ante el caldero, su boca era una fina línea.