Capítulo seis.

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Carlos.

Primera vez que odie tanto el que me hayan interrumpido. Sinceramente espero que valga  la pena lo que me tengan que decir porque si no, me dara la wea.

—¿Que pasó?. —mire la cara de mi manager, al parecer nada bueno ha pasado.

—El pendejo culiao se metió a la casa, me llamo un vecino diciendo que habían entrado con pistolas gritando tu nombre. —como si un balde con agua fría me hubiesen tirado, mi cuerpo entero se congeló. —deberías denunciarlos para que quede el registró.

Negué una y otra vez.

—Jota, tú no entendi' que ese loco no es cualquier weon. —me pase la mano por mi sien. —debe tener cualquier contacto con pacos, por algo lleva años haciendo lo mismo y aún está libre.

—Háblale a los chiquillos, nos vamos de esta wea, estamos muy expuestos. —obedecí y ahora era yo el weon que interrumpió una escena romántica.

—¡Gerardo!. —grité pero no me escucho, al parecer estaba muy concentrado en la amiga de la Valentina. —nos vamos. —toque su hombro y reaccionó.

—¿Que onda?, ¿porqué?. —preguntó confuso.

—Después te explico, busca al Bastian mientras. —asintió. —¿sabes dónde está tú amiga?. —me dirigí hacia la mina.

Su cuerpo se tambaleó un poco y alcancé a afirmarla para evitar que cayese al suelo.

—No, no se, estaba recién aquí. —por la manera en que balbuceaba, noté que está bastante pasada de copas.

—Iré a buscarla. —la ayude a sentarse en uno de los sillones ya que su cuerpo no la ayudaba mucho a mantenerse bien de pie. —quédate aquí porfa, el Gerardo vendrá altiro. —asintió y cerros sus ojos.

Observe la barra esperando encontrarme con la Vale pero no estaba, luego miré donde había un grupo de personas que estaban bailando pero tampoco estaba allí. Mi última opción es ir a verla a los baños.

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Valentina.

El estar entremedio de tanta gente me hace sentir acalorada, aparte de que la cercanía que había tenido con el Pailita provocó que comenzara a sentir mucho más el calor que estaba haciendo en el lugar.

Terminé de secar mis manos, y por el espejo pude ver como un mino entraba tranquilamente al baño.

—Te equivocaste de lado parece, el baño de hombres es al frente. —me dirigí hacia la puerta pero el mino me agarró fuerte del brazo, impidiéndome salir.

—No creo que me haya equivocado. —sonrió y me dio escalofríos, mi pulso comenzó a acelerarse.

—Suéltame o voy a gritar. —forcejeé para que me soltara pero fue en vano, al lado de el yo era un palito de escoba. —¡suéltame conchetumare!.

Sentí un fuerte golpe en mi rostro el cual me hizo soltar un gran sollozó.

—¡Ayuda!. —intente gritar con las pocas fuerzas que me estaban quedando.

—¿De verdad crees que te escucharán?. No seai' ingenua pendeja culia.

—¿Quien eres?, ¿que queri' de mi?. —pregunte desesperada, mis piernas flaqueaban.

𝐴𝑚𝑜𝑟 𝐼𝑚𝑝𝑟𝑒𝑑𝑒𝑐𝑖𝑏𝑙𝑒 - 𝑃𝑎𝑖𝑙𝑖𝑡𝑎Where stories live. Discover now