Capítulo ocho.

6.9K 279 16
                                    

Valentina.

Desperté con un fuerte molestar en la cabeza y sintiendo un peso encima mío.

Poco a poco fui abriendo mis ojos.

—Fernanda me estai' asfixiando, suéltame. —dije tratando de sacar su brazo de mi abdomen y estirando mis piernas.

—Uy que eris pesa, ¿donde cresta estamos?. —observó toda la habitación mientras yo miraba su pelo chascon.

—Peínate un poquito. —la molesté, amo hacerlo porque es del genio corto y se enoja fácilmente. —¿no te acuerdas nada de lo de anoche?, supongo que no po, llegaste súper curada.

—¿Yo?, ¿de verdad tú crees que yo podría siquiera beber una gota de alcohol?. —negó con una mano en su frente, haciéndose la ofendida por haber dicho tal cosa.

—No nos desconozcamos Fernandita. —me levante e abrí las cortinas, dejándome ver las calles de Santiago.

—Me duele mucho la cabeza, lo último que recuerdo es que me comí al Gerardo.

Abrí mis ojos como plato.

—¡¿Al Gerardo?!, ¿el amigo del Pailita?. —asintió.

—Yo pensé que tenías onda con el otro, el que nos invitó a carretear.

—¿El Basti?. —encogí mis hombros, suponiendo que a él me refería. —es como mi hermanito chico ese.

—¿Sabías que es familiar del Pailita?.

—Si. —ella se levantó y estiró su cuerpo. —pero como que nunca me importo mucho, es una persona más nomás.

—Que raro que te quedarás calladita, siempre me dices todo. —le tire una de las almohadas.

—¿Y tú porque no me contaste que ya habías hablado con el antes?. —respondió, devolviéndome la almohada.

Peine mi cabello y me hice la loca.

—"Que raro que te quedarás calladita". —imitó mi voz, burlesca.

—Te lo iba a contar pesa, pero no el mismo día en que te dije que me habían cagado po.

—¿Porque no?, te perdono solamente si le tirai' la onda para que hagamos un dos pa' dos. —rodeé los ojos.

—No estoy para dos pa' dos ni para nada Fernanda, suficientes experiencias he tenido en el amor ya.

—Ay pero si no te estoy diciendo que te enamores de él, solamente que te lo comas.

Tan sutil que es mi amiga.

—No Fernanda, no lo haré. —tomé mi teléfono, tenia varias notificaciones pero las ignore.

—¿Porque tienes el pómulo morado?, ¿me estás webeando que te caiste ayer y no me di cuenta?. —tocó la zona de la herida y me quejé.

—¡Tan bruta weona!. —me miré al espejo para ver que tan notorio estaba el moretón. —tenemos que hablar seriamente sobre lo que paso anoche.

𝐴𝑚𝑜𝑟 𝐼𝑚𝑝𝑟𝑒𝑑𝑒𝑐𝑖𝑏𝑙𝑒 - 𝑃𝑎𝑖𝑙𝑖𝑡𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora