9. Un proyecto para el festival

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Las cosas fueron mejorando muy lentamente los días siguientes. O tal vez lo mejor era decir que no habían empeorado más. Issei seguía algo distante; su relación con Rin no se recuperó a como estaba antes, quizás nunca lo haría. Era muy complicado y en el fondo Rin sabía que Issei se sentía traicionado. Por no haber confiado en él... y por haberle dado su corazón a alguien más.

¿Era muy pronto como para verlo así? De hecho... ¿podría verlo así?

Cada evento había pasado uno después del otro, y ella jamás se sintió demasiado convencida del todo. Cuando intentaba ponerse en la piel de otra persona y ver sus problemas desde una perspectiva ajena, se daba cuenta de que todo el asunto no tenía sentido. ¿Por qué rechazaría a Issei, un chico genial, inteligente y gracioso, para esperanzarse con una especie de fantasma? Esas cosas sólo pasaban en las películas, y Rin no tenía manera de descifrar la trama de la suya.

Bueno, era como había dicho su madre: no tenía que forzar nada, sólo era cuestión de dejar que las cosas fluyeran en su propio curso. Lo que tenga que pasar pasará, se repitió. Así que la semana siguiente fue a clases sintiéndose renovada y lista para cualquier cosa.

O bueno, casi cualquier cosa.

―¿Un 33? ―se horrorizó el martes por la mañana cuando el profesor le entregó el examen de funciones del jueves anterior. El hombre la vio un momento un tanto decepcionado por su pobre desempeño, algo que jamás había pasado con ella, y siguió repartiendo los exámenes.

A Rin le iba a dar algo cuando revisó y se dio cuenta de lo mal que lo había hecho. Tan nerviosa y asustada había estado ese día que ni siquiera había respondido todas las preguntas, y la mitad que había resuelto tenía números sin sentido.

Miró a su alrededor para ver si alguien más había tenido tan mala suerte, pero de los pocos exámenes que pudo ver, todos tenían notas de aprobado. Aunque a juzgar por cómo se quejaba Momoko en su asiento de la primera fila podía intuir que tampoco le había ido bien. Después de todo la pobre siempre había sido muy mala en matemáticas.

Intercambió una rápida mirada con Issei, quien no se veía muy contento al igual que ella. Articuló una pregunta sin hacer sonido alguno, y el chico le mostró su nota: un 42. Rin le mostró su nota que era menor, pero eso no lo hizo sentir mejor.

Tenía sentido que les hubiera ido mal, ninguno de los dos había pasado una buena noche y simplemente les fue imposible concentrarse después de semejantes eventos.

Así que, sintiéndose extremadamente culpable por su amigo y pensando en la mancha que aquel reprobado dejaría en su boletín de calificaciones a final de curso, fue decidida a hablar con el profesor cuando terminó la clase.

―Disculpe, profesor... ¿le importa si le quito unos minutos?

―Sólo unos minutos, jovencita, tengo que preparar mi próxima clase ―concedió el hombre mientras consultaba su reloj y recogía sus cosas. Issei se asomó por el marco de la puerta del salón, intuyendo lo que Rin pretendía hacer.

―Me estaba preguntando si había posibilidad de recuperar la nota que perdimos mis compañeros y yo en este último examen ―fue directamente al grano. El profesor hizo una mueca, pero antes de soltar su negativa, la chica se le adelantó―. De verdad lamento mi desempeño, pero le aseguro que se salió de mi control aunque estudié mucho para la prueba.

―¿Qué quieres decir con eso?

―Pasé muy mala noche el miércoles ―le dijo intentando sonar lo más convincente posible quitando el hecho de que aquello era una canallada―. No quise decir nada para no preocupar a nadie, pero tuve un pequeño accidente y no estuve en óptimas condiciones, aunque quise venir para no perderme el examen ―se hizo a un lado el cabello para mostrar sus puntos y el moretón que apenas comenzaba a desinflamarse pero mantenía su color.

HauntedWhere stories live. Discover now