Veintinueveavo Capítulo. (Primera parte).

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Max Pattinson

Miércoles 15 de septiembre de 2021

Cuando Arabella me había dicho el día que quería romper ese contrato no podía ni creérmelo.

Seguía aún sin creerme todo lo que me había dicho dentro de mi oficina ese día.

Arabella había llegado exactamente a las siete de la noche. Se había puesto un vestido que mi madre le había regalado en el día de su cumpleaños. Arabella había hecho el esfuerzo de caerle bien, mamá la adoraba. Bueno, mi madre adoraba a todas las chicas que le había presentado. Ambas se veían cada fin de semana, tomaban el té, hablaban sobre no sé qué cosas y viajaban.

No podía impedir que lo hicieran, no era nadie para obligarle a mamá que dejara de tratarla bien. Me conformaba solo con saber lo que hacían.

Sabía que mamá adoraría a Bear tanto como yo lo hacía. Las pequeñas interacciones que habían tenido me lo hicieron saber. Pero aún tenía el temor de que se tomara a mal cuando se enterara lo que ella y yo teníamos. Frente a sus ojos éramos solo un jefe que tenía un rollo con su asistente.

Miré a Arabella, sus ojos marrones estaban mirándome. Carraspeé para comenzar a hablar, yo la había citado, luego de hablar con mis detectives y no encontrar ninguna respuesta negativa de su parte.

—¿Para qué me has citado, Max? —preguntó antes que yo.

—Ya lo sabes, Arabella; el contrato, quiero romperlo, borrarlo, deshacerme de él de por vida —respondí.

Ella dio una sonrisa de lado, buscaba hacerme perder los cabales. Sabía cómo hacerme cabrear en pocos segundos; con esa sonrisa.

—¿Tan enamorado está Max Pattinson? Dios, no puedo creerlo. Has perdido la cabeza.

Estaba riéndose de mí. Apreté la mandíbula y dejé soltar el aire.

No te cabrees, no te cabrees, no te cabrees.

—Mis sentimientos no te competen, mi vida nunca te ha competido.

—¿No? —dijo con burla—. Te recuerdo que, ahora mismo, tu vida depende de mi firma.

No quería cabrearme, pero ella no me ayudaba en absolutamente nada. Apreté los puños y respiré para mantener la calma.

—Solo dime si lo harás o no, Arabella, no tengo mucho tiempo.

—Sí, Max. Lo voy a hacer.

Miré sus ojos de nuevo, buscando la sinceridad en sus palabras, que, lo encontré. Quise confiar en sus palabras, pero no podía. Seguiría sus pasos a pesar que me había asegurado que lo haría. Solté el aire y asentí.

—Gracias, Arabella.

—En mi casa, el miércoles, a esta hora.

Se puso de pie, me guiñó uno de sus ojos y salió de mi oficina. Solté el aire, pasando mis dedos por mi barbilla, pensando en que tenía que contárselo a Bear. Comencé a imaginarme su sonrisa y lo feliz que se iba a poner ese día por la noticia.

Así que lo primero que hice fue tomar mi teléfono y llamarla.

Sí, se había puesto demasiado feliz cuando se lo conté, tampoco podía creérselo al igual que yo. Después, habíamos ido a la cama y yo no había dejado de pensar que pronto acabaría todo lo que nos impedía ser felices.

Cuando entré a la oficina, Bear aún no había llegado. Eran cerca de las seis de la mañana, la noche anterior no había podido siquiera pegar ojo con la ansiedad que sentía en el pecho. Sabía que Bear también se sentía así, me había llamado por la madrugada, luego de que terminara sus tareas, diciéndome que no podía dormir, había tenido que fingir que no me encontraba igual de ansioso que ella y le había cantado una canción hasta que se durmiera.

Inevitable TentaciónWhere stories live. Discover now