Dieciséis

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Sonreí orgullosa al observar a Mati parada junto a Heliud y Koke esperando ansiosos la gran final

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Sonreí orgullosa al observar a Mati parada junto a Heliud y Koke esperando ansiosos la gran final. Lo había logrado, a pesar de todo Mati había logrado quedar en la final.

Solo cruzaba mis dedos para que la bella mujer se convirtiera en tetracampeona cómo la mayoría aquí deseaba.

El programa dio inicio presentando a algunos atletas que fueron parte de la aventura, entre ellos yo estaba ahí en espera de Mati. Moví mis pies algo nerviosa cuando Rosique comenzó a nombrar a los tres finalistas.

Solté un grito cuando Mati salió portando su uniforme acompañado de una coleta con unas trenzas, ver a Mati peinada... Me enamoraba más.

La ceremonia dio inicio explicando como sería la gran final con ahora tres finalistas, estábamos en un circuito algo sencillo. Escuchamos a las personas que acompañaban a nuestros finalistas darles palabras de aliento para dar paso a la competencia.

Sin importar que mi uniforme fuera azul me quedé junto al equipo rojo viendo a Mati salir a defender ese trofeo. Claro que al ver qué está fallaba bastante me acerque para intentar ayudarla.

—¡Vas bien, Mati!—sonreí aplaudiendo al ver que comenzaba a tirar mucho mejor, ambas soltamos un pequeño grito cuando logro anotar su punto.

Esta se acercó para chocar su mano con sus compañeros y de último la mía.

—Lo hiciste bien, relájate—pedí apoyando mi mano en su hombro, está asintió sin poder sentarse pues ya debía competir contra Koke.

—Voy a ganar.

Mire a la mujer irse a competir nuevamente, claro que estaba demasiado nerviosa. Más cuando el tiro comenzó a complicarse con la del lado rojo.

Había perdido la técnica y ahora no encontraba el tiro. La rubia se encontraba más que frustrada.

Acaricié su espalda tratando de tranquilizarla pues solo le quedaba una oportunidad.

—Mati, no te presiones. No tienes que demostrar nada... Ni a mí, ni a tu mamá, ni a tus fans. Todos sabemos que eres capaz de muchas cosas—sentí mi corazón romperse al ver cómo comenzaba a sollozar—Esta bien...

—Me siento muy presionada—murmuró abrazándose de mi. Bueno, había extrañado sus abrazos—No tengo oportunidad de ganar, los defraude...

—No has defraudado a nadie, todos hemos visto por lo que has pasado estas semanas ¿Y sabes que? Esta bien perder, hasta a los mejores les pasa.

—Lo se pero...

—Pero nada... Saldrás a correr como nunca lo has hecho y si ganas... Que chingon y si no ¡Que chingon, igual!

Sonreí limpiando sus lágrimas, la atraje nuevamente hacia mi para abrazarla una última vez. Bese rápidamente su mejilla observando como iba a competir junto con Heliud quién contaba con tres vidas.

Corrí a lado de ella logrando ver cómo esos malditos aros no entraban en su lugar, mordí mi uña al ver qué Heliud ya tenía ventaja sobre la rubia. Mi cuerpo se estremecía cada que un aro fallaba, tenía que ser una broma.

Cerré mis ojos rendida al ver qué el veracruzano de la ganaba, Mati había perdido.

Antes de que alguno pudiera acercarse les gane sintiendo el cuerpo de Mati abrazarme, está soltó un suspiro acompañado de unos cuantos músculos comenzando a relajarse.

—Lo lograste... Eres libre.

—Ya soy libre...


















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—Es un placer conocerla al fin, señora Matilde.

—El placer es mío, Mati no dejaba de hablar de ti.

Reí levemente al ver como la ganadora se sonrojaba.

—¿Donde está la pequeña Tena? Todo el camino de Puebla a México fue oír a esta ratita hablar sobre ustedes dos—nuevamente reí.

—Está dormida... Puede pasar a verla, se acaba de dormir—señale guiando a la señora al cuarto donde se encontraba dormida la pequeña niña.

—Se parece mucho a ti, ya veo porque le agradas a Mati.

—Mamá—murmuro la nombrada más roja de lo normal.

Aún entre risas nos sentamos a comer donde me dedique a hablar sobre mi con la mamá de Mati, las tres nos dimos cuenta de que teníamos bastantes cosas en común. Los regaños hacia Mati no pudieron faltar y vaya que estaba siendo una buena tarde pues nunca había visto a Mati tan apenada.

Reí una última vez al escuchar a su mamá despedirse de ella.

—Es linda, cuídala hija—sonreí levemente despidiendome de la mujer, comencé a recoger los platos viendo como Mati se iba a la habitación donde dormía Atenea.

Forme una gran sonrisa al ver como salía de ahí con mi hija en brazos, se veían muy lindas y quería tomar una foto de aquel momento.

—¿Por qué nos ves así?

—Se ven hermosas y les tomaría una foto pero... —señale los platos que se encontraban en mis manos.

—Tena y yo cobramos foto, ¿Verdad, bebé?—reí tiernamente al ver cómo la niña respondía moviendo su cabeza.

Forme una mueca al ver la hora.

—Debemos irnos, mañana tienes que trabajar y debemos volver a Guadalajara.

—No me digas eso, quédense esta semana. Puedo faltar al trabajo, podemos irnos de viaje.

—Mati...—rode mis ojos al ver como formaba un puchero—Bien pero solo esta vez.

—¿Te importa si la baño?

—Lavare los platos, ya sabes donde esta su ropa.

Al ver como se iba totalmente emocionada volví a reír, deje los platos en la tarja para comenzar a lavarlos. Desde la cocina lograba escuchar a la mujer reír o hablar con mi hija, cosa que se me hacia muy tierno.

Antes de poder ir con ellas mi celular sonó, con algo de miedo respondí aquella llamada.

—Tu dinero y tu fama no te servirá cuando te quite a mí hija.

—Ella no es tu hija, no lo fue durante este tiempo. Deja de molestar.

—De acuerdo, nos veremos muy pronto.

Enemy || Mati Álvarez Where stories live. Discover now