Veintiuno

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Deje caer varias cosas en el piso para después suspirar cansada

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Deje caer varias cosas en el piso para después suspirar cansada.

—¡Ya llegue!

—Al fin, no dejaba de llorar.

Reí levemente al ver a mi hija correr con Antonieta detrás, la tomé en brazos para repartir unos cuantos besos en su rostro sintiendo lo salado de sus lágrimas.

—Ya tengo todo... Falta repartir las invitaciones.

—Ya prepare la maleta de Tena para que vayan a Puebla.

—Eres la mejor, Anto.

Le agradecí a la mujer agarrando unas cuantas invitaciones y la mochila de mi hija. Salí del departamento con Atenea en brazos para emprender un corto camino en carretera hacia Puebla donde visitariamos a la mamá de Mati pues tenía planeada invitarla a la fiesta de mi niña.

De vez en cuando miraba a Atenea quien se encontraba en su portador durmiendo o simplemente jugando.

Baje del coche con mi hija medio dormida, toque el timbre de la linda casa y la puerta fue abierta en cuestión de segundos y no por la persona que esperaba.

—¡Mati!

—¡Tena! Mira que grande estas..._________, es lindo verlas.

—Lo mismo digo—susurre viendo como Atenea iba a los brazos de la mujer a la vez que comenzaba a balbucear.

Nos adentramos a la linda casa donde divisé a la persona que venía a visitar principalmente, caminé hacia la señora quien me recibió con un cálido abrazo antes de tomar a Atenea en sus brazos.

—Venía a traerte esto—murmure entregándole la invitación de la fiesta de mi niña—Supuse que estarías aquí así que...

—¿Para mí? Mira Tena, mamá aun me quiere.

—No te ilusiones.

—Luego pelean, vengan a comer niñas—ordenó la mujer mayor, sin pensarlo dos veces tomamos asiento en el cómodo comedor de la casa.

Acomode a mi hija en una de las sillas para después comenzar a comer mientras platicaba con ambas mujeres, tenía meses que no las veía. Específicamente desde la boda de Daniel y Antonieta.

—¿Que has hecho estos meses?

—Trabajar mucho, debí retirarme de esgrima... A veces doy clases y saco un poco de dinero—susurre mirando como Atenea comía tranquilamente—No es fácil pero puedo hacerlo.

—Sería fácil si vivieran conmigo—susurro Mati formando un puchero en sus labios, reí viendo a la heptatleta.

—¿Seras mi sugar mommy? Porque lo necesito.

—¡_________!

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De fondo se podía escuchar mi serie favorita a la vez que terminaba de peinar el cabello de Atenea quien estaba vestida perfectamente con un vestido digno de una princesa.

La baje de la silla en donde estaba logrando ver como iba a la habitación donde se encontraba Mati, una gran sonrisa se asomo por mí rostro al oír a la mujer que me gustaba hablar.

—¡Que hermosa!

Suspiré cansada quedándome sentada en la cama analizando un poco la situación. Definitivamente extrañaba mis momentos de juventud donde podía ir a cualquier lugar sin ninguna preocupación. Dejar el deporte que practique por años me había desanimado demasiado, estaba teniendo demasiados momentos difíciles.

Tantos que ya se me había olvidado que también era mi cumpleaños, ¿Ya tenía veinte? Vaya.

Termine de colocarme mis botas para salir pues me había extrañado escuchar a Mati y Atenea tan calladas.

—¿Mati? ¿Dónde están?

Solo las había descuidado cinco minutos.

"Te veremos donde será la fiesta, ya es tarde"

¡Matilde!

Baje totalmente molesta y lista para un buen regaño, conduje hacia el lugar el cual parecía algo vacío. Algo extrañada me adentre al lugar.

—¡Sorpresa!

—¡Felices veinte años!—grito Mati saliendo con Atenea en brazos, reí bastante sorprendida antes de ir a los brazos de la mujer que siempre me traería loca—No nos regañes.

—¿Por qué hiciste todo esto, Mati?—pregunté besando la mejilla de mi hija.

—Te lo mereces, después de esto seguiremos siendo enemigas. Aunque ya no quiero que seamos eso—susurro colocando sus manos en mi cintura, sonreí levemente enredando mis manos en su cuello.

—¿Y que quieres que seamos?—murmure completamente perdida en su mirada, sus labios chocaron con los míos en un suave beso que ambas necesitábamos desde hace bastante tiempo.

Me separe de ella totalmente sonrojada al escuchar todos los gritos y aplausos de nuestros amigos que se encontraban ahí.

—Seamos novias.

Enemy || Mati Álvarez Where stories live. Discover now