07 - Panqueques

1.3K 187 12
                                    


Amelia se despertó con su corazón martilleando con fuerza. La sábana humedecida por el sudor se pegó a su cuerpo mientras trataba de sentarse. Ella respiró temblorosa y miró a su alrededor.


Todavía estaba oscuro. Sólo el más mínimo indicio de amanecer iluminó el horizonte. La habitación estaba en silencio, el único sonido era su propia respiración irregular. Incluso cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, le llevó varios segundos recordar dónde estaba.


La habitación de huéspedes. Ella estaba en la casa de Luisita. No en el auto.


A su lado, el despertador brillaba en la oscuridad. Cuatro cincuenta y siete. Amelia sabía que no podría volver a dormir ahora.


Se desenredó de las sábanas, sacó las piernas de la cama y se sentó en el borde. El aire fresco del aire acondicionado enfrió su piel húmeda, haciéndola temblar. Presionó las palmas de las manos contra los ojos y trató de ocultar las vívidas imágenes de cristales rotos y sangre que brotaba. Pero los horribles sonidos no podían ser rechazados tan fácilmente. El claxon de los cuernos, el chirrido de los frenos y el gemido casi humano del metal cuando se deformaba ...


Amelia trató de sacudirse. Ella no había tenido ese sueño en mucho tiempo. ¿Qué había provocado su regreso? ¿Había sido el estrés de su extraño acuerdo con Luisita?


− Estoy bien −, dijo en la oscuridad. − Todo está bien −. Su voz era ronca. ¿Había estado gritando?


Dios, esperaba no haber despertado a Luisita. Lo último que necesitaba eran sus preguntas y la mirada penetrante de ese terapeuta dirigida a ella.


Con un gemido, se levantó de la cama. Todas las articulaciones y músculos estaban rígidos, probablemente porque se había tensado durante su pesadilla y le dolían las cicatrices.


Cojeó hasta el baño y se echó agua fría en la cara. En el espejo sobre el lavabo, observó cómo el color volvía lentamente a su rostro. Ella se sonrió a sí misma. Eso es. Mucho mejor ahora.


Regresó a la habitación por un sorbo de agua, pero el vaso de su mesita de noche estaba vacío. Sin encender la luz del pasillo para no despertar a Luisita, salió de puntillas por el pasillo hacia la cocina para tomar agua.




****




Luisita estaba dando vueltas. Hace una hora, había salido de la cama demasiado grande y había arrastrado la almohada y las sábanas al sofá, donde había terminado durmiendo casi todas las noches desde que Lourdes se había mudado. Se había quedado un poco dormida, pero el sueño real la eludía.


Demasiadas cosas seguían pasando por su mente.


Para su sorpresa, no eran imágenes de Lourdes diciéndole que había terminado lo que pasó por su mente. En cambio, lo que la mantuvo despierta fue su mente evocando posibles escenarios de lo que podría pasar cuando llevara a Amelia a la fiesta de Marina y la reunión con el editor de adquisiciones.

Luimelia ᴊᴜsᴛ ғᴏʀ sʜᴏᴡWhere stories live. Discover now