Prólogo

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Luego de que Beatriz regresara a la empresa como presidenta, le bastaron pocos meses para poder arreglar (o al menos canalizar) el desastre financiero de Ecomoda, meses en los que a pesar del esfuerzo de Armando, nunca dió cabida a retomar su relación, sin embargo, no significaba que lo odiara o que aún existiera en ella algún resentimiento hacia el hombre, al contrario, en alguna de las pláticas (patéticos intentos de Armando para convencerla de volver) ella le dejó claro que contaba en plenitud con su perdón. Simplemente, al finalizar el plan de recuperación de Ecomoda, los últimos lazos que los unía terminaron, Betty tomó la decisión de irse de la ciudad para rehacer su vida, sola, aceptando la invitación de su amigo Michel, por lo que más temprano que tarde llegó el día en que salió de la vida de Mendoza.

Y desde ese momento este volvió a ser aquel en el que se convirtió después de la trágica junta directiva, un Armando sombrío, deprimido y alcohólico; había tenido ganas de huir del lugar, de esa empresa que solo le recordaba los momentos más oscuros y nostálgicos que alguna vez vivió, lamentablemente para él su familia no lo permitió, su madre lo convenció de quedarse, de buscar alguna manera de reparar los daños cometidos pero sobretodo de enmendar la relación con su padre, tanto por el bien familiar como por el de la empresa, pues ambas pendían de un hilo en ese momento.

En cuanto a las empresas, Nicolás se quedó Terramoda después de una larga junta de negociaciones y arreglos, pero cedió por completo Ecomoda a sus dueños de toda la vida, volviendo todo a la normalidad, a excepción de la presidencia, y es que una cosa estaba clara, Roberto no quería volver a esta, pero tampoco podía volver a dejar la empresa en manos de su hijo mayor, al menos hasta que este madurara y aprendiera a cuidar de ella; es por esto que cedió el manejo a Daniel, con la misma condición que se le dió a Armando en su momento, debía manejar la empresa por un año, si no funcionaba su gestión, enseguida desocuparía el cargo y se sometería a votación la siguiente decisión; por otro lado nuevas reglas fueron formuladas, conociendo a Daniel, se le prohibió rotundamente la venta de la empresa, y tampoco podía hacer recorte de personal sin tener motivos reales para prescindir de los empleados, a este último punto se sumó la cláusula de una junta cada dos meses, y Roberto por si fuese poco, colocó a uno de sus amigos de confianza como vicepresidente financiero para asegurarse de que la empresa estaría a salvo, no cometería el error que cometió con su hijo.

Uno de los cargos aún desocupados también fue la vicepresidencia comercial, luego de que Armando sacara a golpes a Mario, este desapareció de su vida, al menos llevaba dos semanas sin verlo. Armando no habría esperado jamás que de verdad se enojara con él, es decir, lo golpeó porque se lo merecía, pelearon porque se lo merecía, creyó que ambos estaban de acuerdo en eso, tal como en sus peleas anteriores: Armando gritando a Mario, este limitado a escuchar, y finalmente alejándose de él un rato para que el "neurótico" de su amigo se tranquilice así la próxima vez que hablen puedan reconciliarse, sin embargo esta vez todo parecía diferente, iniciando por la primera parte, Armando no simplemente le gritó, también lo golpeó, Mario escuchó sus quejas y solo se fue.

Con la vicepresidencia desocupada, Armando desempleado y su madre presionandolo a quedarse, le otorgaron aquel cargo a él, pues sabían bien que era totalmente capaz de desarrollar las funciones de las que se encargaba Calderón, a Daniel no le importó mucho, desde que lo nombraron presidente estaba feliz, era un cargo por el que se había esforzado desde hace tiempo, y más allá de la fama que lo precedía y el temor que le gustaba causar, nunca tuvo ninguna intención real de vender Ecomoda.

Armando personalmente no estaba convencido de nada de lo que estaba pasando, habían sido cambios extremos en muy poco tiempo, sentía haber recibido golpe tras golpe de la vida, fue entonces que decidió olvidarse de la última reunión en la que había estado, se propuso ir y tomar hasta olvidar todo, al menos para tratar de dejar de sentir el vacío que sentía desde esa junta directiva que cambió su vida.

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