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Tres días después.

Los días en ecomoda habían transcurrido normalmente para todos, no había mucho más que hacer que supervisar la producción y arreglar algunas juntas pendientes con clientes y detalles de los puntos de venta. Por otro lado estaban las tardes después del trabajo, que para Armando y Mario habían dejado de ser diferentes desde el fin de semana en que Mario cuidó de su amigo.

[...]

“Mario... ¿qué hace?” Armando ahogó un gemido sosteniendo el cabello del castaño.

“¿Por qué? ¿le molesta?” Mario sonrió mientras besaba el interior de los muslos de Armando.

“No, solo- ah” Armando soltó un jadeo cuando Mario tomó su miembro y lamió la punta como si de una paleta se tratara.

Mario comenzó a lamer en círculos la punta, para luego con su mano comenzar a bombearlo a la vez.

Armando apretó las sábanas al sentirlo y bajó la mirada para encontrarse con los ojos chocolates de su amante, quién parecía feliz del trabajo que estaba realizando.

[...]

Ahora Armando se encontraba en brazos de Mario, ambos aún sin ropa y con un rastro de cansancio en sus rostros y una fina capa de sudor en sus frentes.

“Mario...” susurró Armando mientras este acariciaba su cabello “¿ya habías hecho algo de esto antes?”.

Mario dejó un pequeño rastro de besos en su hombro “¿de qué habla?”.

“Ya sabe, estar con un hombre” Armando paró los besos del mayor para verlo, serio.

“No” lo miró “solo me he dejado llevar... usted mismo lo dijo, nos conocemos demasiado, creo que puedo intuir lo que le gusta” le sonrió y se acercó rozando sus narices “y si no, sabe que siempre puede pedirme que haga o deje de hacer algo, muñeco”.

Fue turno de Armando de dejar un pequeño beso cariñoso en los labios de Mario como si de un agradecimiento se tratara, dejando a este con una sonrisa en la cara aún cuando se separó de él suavemente “tengo que irme ya, mañana toca ver el avance de la organización del desfile y sabe que su jefe estará de pesado si llego tarde a la junta”.

Mario hizo un pequeño puchero “¿de verdad no quiere quedarse? aquí tiene ropa y podemos irnos juntos”.

Armando se paró pronto de la cama y negó “sabe que eso no pasará” murmuró casi inaudible y se alistó rápidamente con la ropa que había acabado en el piso y las gafas que había dejado en el mueble.

“Bueno” solo dijo el castaño, había entendido que esa era la rutina de cada encuentro y como le había prometido no presionar, no haría más intento por convencerlo.

Mario se sentó en la cama y admiró la espalda del pelinegro que ahora le daba mientras recogía su camisa.

Armando sintió la mirada pero no dijo nada de eso “Hay que tener más cuidado con Daniel” volteó a verlo mientras cerraba los botones.

Mario dejó de verlo y se inclinó para tomar su ropa “¿cuidado con qué?” arqueó una ceja poniéndose solo el bóxer y la playera.

“Con las miradas... y con todo, hombre, él sospecha lo que está pasando” se terminó de colocar el saco.

“No creo... no es como si nunca nos hubiera molestado insinuando eso” se puso de pie para arreglar la corbata de su amigo.

“Ahora es diferente, él lo sabe, Calderón, me lo dijo ese día en el hospital, que usted... bueno”.

“Ajá” terminó de arreglar el nudo sin alejarse de él “bueno, no se preocupe, seré más discreto con todo, de cualquier forma Daniel no es un peligro en realidad, lo conozco un poco más y no es tan malo”.

“¿No es tan malo?” Armando entrecerró los ojos y puso una mano en su cintura para acercarlo a él “solo lleva días trabajando con él ¿y ya es un santo para usted?".

El mayor rió bajo viéndolo atento y bromeó “¿quién dijo algo de eso?, Armando es usted un celoso y un posesivo”.

“¿Celoso?” el contrario lo empujó al soltarlo y se dió la vuelta “ya me voy”.

Mario se acercó confundido “estaba bromeando... no se moleste, en realidad Daniel no es un santo pero al menos no es tan insoportable conmigo”.

“¿Y usted por qué cree que es eso?” suspiró Armando antes de abrir y salir “lo veo mañana” cerró la puerta.

Mario lo observó irse y suspiró, sería más difícil de lo que pensó, Armando parecía asustarse con la más mínima insinuación de un término que sonara a relación. Además por ahora su reciente relación tenía esta rutina ya establecida en donde después del trabajo, llegaba a su departamento y una hora después Amando iba a visitarlo para iniciar a besarlo sin cruzar muchas palabras antes, lo mejor que había ocurrido en esas noches era que Armando había comenzado ser más participativo, al menos ahora iniciaba los besos y cada vez eran más pasionales, sin embargo luego de terminar sus caricias, su amigo se despedía y se iba, como si dormir con él se tratara de un acto mucho más íntimo.

«¿Y usted por qué cree que es eso?» pensó en lo último que le dijo, entendía bien lo que trataba de insinuar, pero no creía en realidad que Daniel pudiera sentir algo por él, pues aunque no diría que era heterosexual porque podría solo ser bueno ocultándolo como él o como el mismo Armando, sabía que Daniel nunca había sido realmente grosero con él, no era amor, era ser amable y de paso tratar de molestar a su mayor enemigo que casualmente era mejor amigo del castaño; lo que en realidad lo carcomía de la duda era pensar si Daniel estaba realmente enterado de sus sentimientos por Armando o solo era él siendo idiota como siempre, no era la primera vez que hacía bromas hacía ellos de ese tipo, como sea si supiera sería interesante saber qué opina y por qué si sabe no se ha burlado de él personalmente, tal vez lo mejor sería que hablara con él.

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