6

1K 92 93
                                    

Día siguiente.

“Mario, ¿está escuchando?” un estruendo de la mesa a la que golpeó Daniel hizo que Mario despertara,  encontrándose al otro con una ceja arqueada y brazos cruzados.

Mario negó apenado y tosió un poco “lo siento, Daniel, Inesita, ¿podría repetir?” miró a la anciana que se encontraba del otro lado de la mesa.

“Don Mario ¿se siente bien?” Inesita acercó su mano a su mejilla y luego a la frente de Mario “no, claro que no, usted tiene fiebre, ¿pero qué hace aquí? tiene que ir al doctor, don Daniel, mire como está”.

“No, no, estoy bien, se los aseguro... solo no dormí muy bien, pero ya estoy, dígame de nuevo los últimos datos...”

“A ver” Daniel se paró de su asiento con una expresión neutra, tratando de mantener la calma y ocultar su preocupación, y se acercó a Mario para tocar su mejilla con delicadeza, Mario se estremeció con su toque frío.

“Por dios, Mario, claro que no está bien, está ardiendo, ¡¿pero cómo va a ser tan irresponsable como para venir así?!” esta vez la preocupación de Daniel no pudo ocultarse más y miró a otro lado molesto “...Inesita, puede volver al taller, si puede sacamos el presupuesto más tarde”.

“Sí señor” Inesita asintió y tomó su carpeta para salir de la sala de juntas.

“No puedo creer de verdad lo imprudente que es, Calderón” pasó un mano por su frente, estresado y miró al castaño que se veía intimidado y enfermo “y bueno, ¿qué espera? vámonos” Daniel tomó su saco para ponérselo y abrió la puerta de la sala.

“¿Qué? ¿a dónde va?” Mario se levantó temblando y cerró rápido su saco para seguir a su jefe.

“Vamos, lo llevaré al doctor” Daniel caminó fuera y se acercó rápido a Sandra “¿ya llegó su jefe?”.

“No, doctor... pero llamó para avisar que no vendría” dijo Sandra con una mezcla de miedo y pena en su voz.

Daniel bufó mientras pensaba desesperado y asintió “bien, Marcela está a cargo, por favor avísele que salí”.

Sandra asintió rápido y Daniel caminó al ascensor seguido por Mario.

“Daniel, estoy bien... puedo ir solo” dijo Mario, aunque comenzaba a verse pálido.

Daniel rió bajo molesto “así como está apenas llegaría a subir a su carro, si parece que está por desmayarse, Calderón, solo cállese y sígame”.

Mario acató las órdenes y una vez que Daniel abrió, subió al carro.

Valencia trataba arduamente de mantenerse calmado, era ridículo lo preocupado que estaba por el castaño y era aún más ridículo como no podía evitar demostrarlo, soltó un suspiro pensando.

“Dígame la verdad, ¿desde a qué hora se siente mal?” Daniel lo miró en un semáforo en rojo “creí que había dicho que solo no había podido dormir bien y por eso estaba desde las 7:30 en Ecomoda, no me diga que desde ese momento ya estaba mal, por favor”.

Mario se quedó callado y con cansancio en los ojos lo miró, pero solo respondió cuando Daniel le dedicó una mirada de desesperación por una respuesta “usted dijo que no le dijera...”

“Dios mío, Mario” bufó Daniel y volvió a manejar cuando se puso en verde.

[...]

Armando acababa de volver a despertar, luego de haber llamado temprano a Sandra para avisar que no iría a la empresa, se quedó profundamente dormido, su cabeza dolía, su guayabo le pesaba y nuevamente no solo era físico, también moral.

DrunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora