Capítulo 1.

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Valentina

Era frustrante cuando ponían a prueba tu capacidad, retarte es solo una manera más en la que demuestras que eres un simple humano, que es capaz de dejarse llevar por sus impulsos estúpidos e idiotas y cometer locuras, sin pensar en las consecuencias que esto podría causar. Saber este concepto no me sirvió de nada, porque a final de cuentas, ninguno de mis conocimientos, detuvieron mis actos. Todo comenzó después de una simple frase...

"...a que no te atreves"

Mi cuerpo se movía por sí solo como si estuviera esperando esas palabras desde un principio, me puse de pie ante la retadora mirada de mis amigas, tenían un deje de burla, el cual decidí ignorar, caminé de prisa hasta las duchas, detrás de la cancha de baloncesto, conocía ese camino mejor que a mí misma.

Habíamos hecho ejercicio junto con toda la clase, las primeras dos horas del día y a pesar de la hora, por alguna razón sabía que la encontraría ahí dentro, sola.

Caminé por los pasillos de la instalación hasta llegar a la cancha y pasé de largo todo el tramo hasta mi objetivo... abrí la puerta del camerino con cuidado, buscando con la mirada aquello que necesitaba encontrar, pude notar sus cosas sobre la banqueta dobladas suavemente, se podía escuchar el sonido del agua caer, pero ningún sonido además de ese no era nada sorprendente, de todas maneras, su garganta nunca emitía ningún decibel. La adrenalina recorría mi cuerpo, así que no lo pensé, solo me quité la ropa dejándola tirada al lado de la suya, caminé lento y retiré las cortinas a un lado, el cuerpo pequeño se contrajo un poco mirándome con ojos tensos, se notaba algo de sorpresa y confusión.

—Quiero bañarme contigo —dije entrando junto a ella, logrando que retrocediera y el agua nos empapara por completo. Sus ojos estaban sobre mí, pero no era una mirada sucia sino de admiración, sonreí, mostrando autosuficiencia, una mala costumbre mía.

Por un momento creí que diría algo, pero ¿qué puedes esperar de una persona muda? lancé mis pensamientos lejos y retomé las palabras de mis amigas.

"... A que no te atreves"

Mi cuerpo se calentó como cuando necesitas tener un orgasmo con urgencia. Tomé sus manos contra la pared, notando su sorpresa y me acerqué a su rostro para besarla lentamente, parecía inexperta en todo sentido de la palabra, pero no estaba mal, aunque sus labios eran esponjosos, su boca era pequeña, delicada, bonita.

Besé su cuello, húmedo, tenso, perfecto... pasando mis manos por su cuerpo despacio, ella estaba algo nerviosa, pero jamás me apartó... Simplemente se dejó hacer con algo de miedo.

Tomé sus muslos suaves y algo resbalosos, poniéndolos alrededor de mi cintura, sosteniéndolos con fuerza para no perder la estabilidad, besé sus labios mientras ella pasaba sus brazos por sobre mi cuello, algo temerosa, insegura.

Junté nuestros cuerpos, sacando varios jadeos por parte de ella, llevé una mano hasta su entrada vaginal, palpando con cuidado, para comenzar a prepararla, su cuerpo se puso rígido y me miró algo angustiada, pero no dije nada, esto era un reto, no una cita...

Penetré con mis dedos de manera ligera, pero eso no evitó que sus dedos se comprimieran con fuerza en mi espalda, parecía muy inexperta, se podría decir que hasta era virgen, pero ignoré el hecho, eso no importaba. Continué con lo que hacía, estirando lento y embistiendo más profundo, sin detener mis acciones, cuando creí que era suficiente, dejé que bajara una de sus piernas y tomé el pequeño bote de loción para el cuerpo que ella tenía, cubriendo mi pene con un poco de este, sus mejillas estaban rojas y su pecho subía y bajaba rápidamente, su cabeza estaba apoyada sobre la pared húmeda, mientras una pierna suya aún rodeaba mi cintura.

Guie mi miembro hasta su pequeña cavidad y tomé su cintura con una mano, presionando hacia adentro, sus uñas se clavaron en mis hombros y su expresión se contrajo con fuerza por la incomodidad y abrió su boca para exhalar cortadamente, más y más jadeos escaparon de su ser, mientras de mi boca salían gruñidos, mi miembro era apretado por esas paredes tan tibias que sentía que me volvería loca, me acerqué para besarla con suavidad mientras embestía duro y certero.

De su garganta solo salían sonidos ahogados por el placer, pero jamás palabras, mi acción se apresuró y pronto su cuerpo saltaba sobre el mío, con mi pene entrando y saliendo casi por completo, todo siguió fuerte, y firme hasta que las embestidas ya no podían ser más profundas y nos corrimos al mismo tiempo explotando de puro placer.

Apoyé mi cabeza sobre su cuello delicado, intentando regular la respiración que llevaba, la deposité con cuidado en el suelo, saliendo de su interior, notando el semen caer de una tonalidad algo rojiza, mezclándose con el agua de la regadera que no fue cerrada en ningún momento, desapareciendo por el drenaje.

Me limpié rápidamente y le di un último beso saliendo de ahí, dejando su cuerpo cansado y expuesto, sobre la pared fría, me vestí una vez estuve fuera y emprendí mi camino a casa sin mirar atrás.

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Muda |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora