09; Resistencia

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Takemichi Hanagaki despertó con un jadeo magullado, como si hubiera estado a pocos instantes de ahogarse y apenas era consciente de ello. Tenía frío, de alguna manera fue diferente a otras veces, su piel estaba entumecida y sus huesos adoloridos. Lo habían vendado entre el hombro y el torso, dolía un poco. Pero sin duda no se comparaba con el dolor agudo que iba desde la parte posterior de su cabeza hasta su cuello, más específicamente en su glándula omega.

Las nauseas lo sacudieron con intensidad. No conocía la habitación, pero la puerta del baño estaba abierta. Se arrastró allí para luego dejarse caer en frente de la taza de baño, justo en el momento preciso para poder vomitar. Se arqueó hacia delante, tosiendo agresivamente cuando su garganta se quemó por dentro. El dolor en su cabeza se reforzó; viendo borroso por las lágrimas, cerró los ojos, demasiado fatigado para intentar otra cosa.

Estaba pasando otra vez. Rozando el borde del pánico, justo allí, en la parte más oscura que podía tener una persona, como si estuviera desnudo e indefenso. Un omega defectuoso que había sido abandonado, con su mente fracturada, cual animal salvaje que ha sido herido. ¿Por qué le afectaba así? Doliendo como un maldito infierno. Todo lo que quería era acomodar un nido y esconderse allí para siempre con... alguien que no estaba.

—Hey, hey. Tranquilo —un susurró resonó a su lado, como un chispazo fugaz que lo regresaba a la realidad, el omega no logró identificar de quién se trataba cuando ya estaba teniendo arcadas otra vez, y tras un rato respirando discontinuamente lo volvió a escuchar—. ¿Mejor ahora?

Sin moverse, apenas pudo dedicarle una mirada de soslayo. Kisaki Tetta estaba a su lado sin inmutarse, poco después le sonrió.

Todo se desmoronaba sobre él, fragmentándose en un lado salvaje que no conocía de si mismo. El enojo dominándolo pese a la debilidad de su cuerpo.

Mátalo.

Pero Takemichi no podía hacer algo como eso. Era un omega, lo que significaba que debía ser una criatura suave y sumisa delante de un alfa dominante. Takemichi en realidad no necesitaba ser eso, Takemichi no quería ser eso.

—Mmh, definitivamente te ves más despierto que antes —Kisaki chasqueó la lengua al evaluarlo—. Es normal que te sientas fatal, son efectos del sedante. Debería disminuir un poco después de vomitar.

Tenía un mal sabor en la boca, tragó con dificultad. La imagen de Mikey rondó a su cabeza, cayendo al suelo cubierto de sangre. No, no, no. Gimió desde lo profundo de su garganta, llamando directamente a su alfa. Se llevó las manos hasta su glándula, no había ninguna herida allí pero quemaba como si su piel se estuviera desprendiendo.

Podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos. ¿Por qué su alfa no estaba en ningún lado? ¿Por qué no venía? Para entonces un gruñido ronco se acumuló en su pecho. Miró a Kisaki a unos pies de él, la zona blanca de sus ojos rojiza y pupilas dilatadas, mostró sus colmillos agresivamente. Incluso cuando el omega se encontraba en un estado tan vulnerable como ese, perdiendo cualquier punto de control en si mismo, le saltó encima para atacarle.

Kisaki lo esquivo fácilmente. Un omega tan debilitado como Takemichi ahora mismo no podía ser más fuerte que una mosca, por lo que ni valía la pena pelear. Takemichi cayó de bruces al suelo, a juzgar por el sonido que causó debió ser doloroso, pero justo en ese momento no fue capaz de sentir nada.

Quería desgarrarle la garganta, masticarla con sus propios dientes. Takemichi no era alguien de naturaleza agresiva ni mucho más. Pero sus defensas estaban más altas que nunca, y ni siquiera era capaz de expulsar feromonas, gracias al sedante y al frente de un alfa dominante como era Kisaki, era casi imposible que tuviera oportunidad de salir ganando.

No traiciones tus instintos [MiTake]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt