Seguridad.
Algo indispensable para sobrevivir en el mundo. Algo que Ryan Black no tenía y que, ahora dos años después, parece desborda.
Lo veo parado en el escenario, sosteniendo el micrófono en sus manos mientras habla y responde preguntas. Por lo general cuando hablamos de un artista, para ser más exactos de un pintor, nos imaginamos a un chico flacucho, vestido de blanco y quizás con un raro sombrero en la cabeza pero déjenme decirles que Ryan no se ve así.
Se ve como un modelo listo para realizar una nueva campaña, lleva puesta una campera de cuero, unos jeans gastados y una bandana que le sujeta el cabello para que este no le tape los ojos.
Respiro con dificultad y me veo obligada a ir a la barra para pedir un nuevo trago. ¿Vomitar en el baño no ha sido suficiente? Pues, no.
Mientras me tomo un nuevo vaso de cerveza no puedo evitar mirarlo y pensar en todas esas veces que hablamos a escondidas en el sótano polvoriento de la escuela, en todas esas veces que desee besarlo y en aquel último día que lo ví herido en el baño de hombres.
Después de lo que creo es una hora la música vuelve a sonar en el bar, las personas lo despiden con un aplauso y no puedo evitar sentir envidia. Ryan parecía tener la vida perfecta, una novia linda, una casa hermosa, hermanos y una carrera casi hecha como pintor.
Me pongo de pie dispuesta a salir de aquel bar, había fracasado, creí que podría pasar la noche aquí pero la realidad es que ya no me sentía cómoda y quería estar sola. Veo a Brandy a lo lejos y la saludo con la mano en forma de despedida.
Cuando salgo al exterior mis pies fallan y caigo al suelo, intento levantarme pero el alcohol comienza a hacer estragos en mi cabeza y decido quedarme ahí.
Desde esta perspectiva estoy segura que doy lástima pero casi no me importa, solo por voy me voy a permitir estar así de miserable.
Quiero llevar mis manos hasta mi bolsillo para agarrar mi celular pero hacer ese simple gesto parece demasiado difícil. Apoyo mi cabeza sobre el cemento y miro las estrellas, desearía ser una de ellas en este momento...
—¿Qué demonios estas haciendo?— pregunta y cierro mis ojos con fuerza en un intento de hacer que desaparezca.
Si, lo sé. Ridículo pero el alcohol suele ponerme en modo animado.
Modo animado. ¿Qué es? Pues, es cuando haces acciones digna de una caricatura pero que en la vida real se ven estúpidas.
—¿Que estas haciendo tirada en el suelo, Savannah?— vuelve a preguntar pero tampoco le respondo y vuelvo mis ojos al cielo.— Te estoy hablando.
—¿A mí?— pregunto sin mirarlo.
—¿Que estas haciendo en el suelo?— repite su pregunta.
—¿Comienzo por contarte que mi novio me puso los cuernos con mi mejor amiga o eso ya lo sabes?
—¿Podrías dejar de responder todo lo que te pregunto con otra pregunta?— ni siquiera lo estoy mirando pero estoy mas que segura que su ceño esta fruncido.
—¿Y tú podrías dejar de hacer preguntas?
— Si me respondes que mierda haces en el suelo quizás lo haga.
— No tengo donde dormir— le digo intentando sonar graciosa pero mis palabras no cargan gracia alguna— vivía con Simón y no pienso dormir con él.
Pasamos varios segundos en silencio hasta que se abalanza sobre mi tomándome de ambos brazos para ayudarme a ponerme en pie, otra vez lo tengo de frente pero ahora no tengo mente para pensar en algo ingenioso que decir o en lo tonta que debo verme.
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Besos sobre tu tumba
Teen FictionSavannah Miller; egocéntrica, reina del baile, capitana del equipo de porristas y un sin fin de calificativos que llevan a lo mismo. Una perra que se cree más que nadie. Ryan Black; la víctima preferida de Savannah, la palabra imperfección es la que...